lunes, 26 de marzo de 2007

VANAS PALABRAS

algún día
me alcanzará la voz
para hablar
de todo
lo que quema por dentro

ya sé
quizá no es relevante
quizá
tendría que haber aprendido
que los afectos
abrasan
pero luego se diluyen
y también pasan
como el tiempo y la lluvia

yo no sé si se mueren
o si a nadie le importa
si se tiene bastante
con que borden espanto en las ciudades
y coloreen de llanto las almohadas
nada más

decir
te quiero
gracias
o perdóname
repetir como a nadie
hay en mi vida un tiempo
que podría llamarse igual que tú

para qué
para qué
para qué

algún día
quizá
me alcanzará la inteligencia
para saber cómo se extrae oro
del silencio
y callar

EL IMPERIO ROMANO JAMÁS CAYÓ

Es cierto: mis conocimientos históricos son deficientes. Pero tengo ojos, y oídos, como decía la Biblia. Y me entero, con esos ojos y esos oídos que el Papa Ratzinger ha decidido dar luz verde a las misas en latín. Regularmente, no voy a misa, y como le decía a alguien, cada vez que pienso "volver al redil" de la religión, sucede algo que me dice que no es por ahí. Menos voy a ir a misa ahora que se darán en latín. No quiero hacerlo, y si alguien me va a mandar al infierno por eso, bienvenido sea el infierno.
Lo que observo desde mi modesto lugar de ser humano corriente es algo que podría parecer propio de una mente paranoica: el Imperio Romano jamás cayó. Lo que cayó a menos de tres siglos de aparecido fue el cristianismo, o mejor dicho, la doctrina predicada por ese hombre poco instruido, pero muy inteligente y sobre todo muy rebelde que fue Jesús. El emperador Constantino fue uno de los más sagaces, maquiavélicos e inteligentes estadistas que en el mundo han sido, y "secuestró" la enormemente atractiva figura de Jesús para convertirla en icono de su imperio, que hasta hoy en día no cae, para nada.
¿Pruebas?
¿De qué creen que están vestidos los sacerdotes cuando ofician misa o cualquier ceremonia religiosa? No están vestidos precisamente de Jesús y sus discípulos. Cada una de las partes de la vestimenta religiosa de los ceremoniales católicos tiene su origen en la vestimenta de los diversos dignatarios del Imperio Romano. ¿Por qué? Dirán que sí, claro, pero que se les dio un nuevo significado... Y con eso nos comerán el cuento, porque en realidad ese no es más que un modo de reciclar el poder de Roma dentro de la supuesta "cristiandad".
¿Cuál es el idioma oficial de la iglesia Católica? El latín, cuando podría lo mismo ser el arameo (Mel Gibson estaría feliz...), y ahora se va a popularizar más. ¿Por qué? Porque era el idioma oficial del Imperio Romano, que jamás cayó.
Pero estos aspectos son de forma, claro, y quizá no parecerían tan relevantes si no hubiera algo "más de fondo". ¿Y qué es eso más de fondo? La leyenda cuenta que, después de mucho tiempo de intentar vencer el poder espiritual del naciente cristianismo, el emperador Constantino tuvo un sueño en el que se le apareció una cruz mientras una misteriosa voz le decía "con este signo vencerás". Y los cristianos, con eso, se ponen felices porque dicen que la voz de Dios le indicó a Constantino que la cruz le ayudaría a vencer a sus enemigos. Pero si hacemos un análisis menos ingenuo, veremos que el subconsciente de Constantino era tan sagaz como su parte consciente y le estaba diciendo lo que finalmente sucedió: apodérate del cristianismo, romanízalo, y matarás muchos pájaros de un tiro.
Entonces, de ser un líder cuya doctrina destruía los cimientos de las estructuras de poder vigentes en aquella parte del mundo en aquel entonces, Jesús se convirtió en "Dios", y así quedó fuera del alcance de la humanidad. Claro, le dejaron unos restos visibles para que no fuera tan evidente el truco: un llanto frente a la tumba de Lázaro, un terror que hacía sudar sangre en los minutos que precedieron a su captura, tortura y ejecución. Pero lo importante es que es Dios, está en el cielo, allá, a la diestra del Padre, lejísimos de nosotros. Jesús resucitó, y así se le quitó sentido a las nada misteriosas pero muy significativas circunstancias de su muerte: la ejecución de quien se rebela contra el poder establecido. La ejecución, además, a la manera que Roma empleaba contra cierto tipo de delincuentes y sobre todo contra los traidores del Imperio.
La doctrina predicada por Jesús en los polvorientos pueblos de Palestina, cuyo resumen más claro está en el capítulo 25 del Evangelio de Mateo, pasó completamente a segundo plano ante otro aparato más legal que doctrinal, repleto de vericuetos incomprensibles para el común de los mortales, aquellos a quienes Jesús habría querido llegar con más fuerza porque los sabía más transformadores.
El poder romano, entonces, se apoderó de la figura de Jesús y le dio el sentido que le pareció más conveniente para, con esa figura secuestrada, reubicarse en un poder que ya no sería solamente continental, sino planetario. Jesús se habría espeluznado (y de seguro, si está en alguna parte, estará espeluznado) al ver cómo se establecieron los más horrendos mecanismos represivos en nombre de su palabra. Como dijo, aguda, sabiamente, el escritor guatemalteco Augusto Monterroso: la doctrina de Jesús era algo tan revolucionario y novedoso que hubo que crear la Iglesia Católica para impedir que se cumpliera.
Para quien la estudia con honestidad e imparcialidad, la historia de la Iglesia Católica, Apostólica y sobre todo ROMANA es la historia de todas las trafacías y artiulugios de un imperio básicamente perverso por mantener el poder temporal más allá de cualquier otro interés humano o espiritual.
No quiere decir esto que dentro de esta institución no hayan existido corazones sinceros y mentes abiertas que buscaran la verdadera palabra de Jesús entre tanto código, encíclica, concilio y ve tú a saber qué más enrevesamientos filosófico-teológico-legalistas... San Francisco de Asís, San Francisco de Sales, Santa Teresa de Ávila, Juan XXIII, Juan Pablo I, Mons. Óscar Romero... pero más tarde o más temprano, todos y cada uno de ellos se dieron con la piedra en los dientes al enfrentar al poder de Roma, aunque después los haya avalado en sus actitudes. ¿O no es sintomático acaso que mientras el Papa Juan Pablo II se dio prisa en beatificar a unos aztecas delatores y a una mujer que se dejaba pegar, hasta ahora la causa de beatificación de Mons. Romero no haya avanzado medio milímetro? ¿Y cuándo sabremos realmente cómo murió Juan Pablo I? ¿Dentro de quinientos años otro papa pedirá perdón por esta muerte y esta omisión?
La Iglesia Católica, además, al controlar la vida sexual de sus miembros e imponer desde arriba y sin conocimiento de causa una legislación antinatural en este aspecto, que ha afectado a cientos de miles de personas con traumas y patologías de todo tipo, ha establecido el más perverso sistema de control de la conciencia y de la vida de la gente.
Desde mi punto de vista, son débiles e insustanciales las supuestas justificaciones bíbilicas a todos los avances del poder del Imperio Romano actual. Es su misma perversidad la que siempre los ha llevado a manipular cualquier cosa para mantenerse en el control de la situación, ellos, o sus pares, porque ¿no fueron el Papa Juan Pablo II y Ronald Reagan casi que amigos personales?
La misma historia, sin embargo, se encarga de juntar los símbolos de acuerdo con su sentido. No es de extrañar que la Virgen que supuestamente se 'apareció' en varios lugares del Latinoamérica en las últimas décadas del siglo XX se haya expresado siempre en español, pero con acento peninsular, como para recordarnos que el imperio de los reyes católicos fue uno de los más importantes brazos del poder romano en cierto momento de la historia. Tampoco es de sorprender que ahora, en una misma figura, por suerte nada carismática, se junten al acaso y por pura sincronicidad el signo del poder romano más represivo y el también romano signo del águila que, en épocas más recientes, cobijó a las huestes nazis.

lunes, 19 de marzo de 2007

UNA


no la que abandonaron porque se dejó engordar
no la que le pegan porque algo habrá hecho
tampoco la que provocó que la violaran
y mucho peor la que odia a los hombres
porque /ya se sabe/
todos son iguales
no la que es hija hermana esposa novia o amiga
de alguien
y si no no es

sencillamente
la que comparte el mundo con los hombres
que no son iguales entre sí ni a nadie
la que lucha por definirse desde la soledad
la que aprende a florecer en medio de las penas
y se hace responsable de su vida
sin rencores ni angustias prefabricadas
la que aprende a vivir sin complicarse demasiado
sola o acompañada
como quienes están siempre más allá de la pared
y no quieren que nadie sea un ladrillo más
para nada

MUJERES...

A LOS 116 AÑOS MUERE "AMANDA AGUILAR"

"Amanda Aguilar", heroína matagalpina que acompañó con toda su familia a la guerrilla sandinista en las montañas del Norte, y cuyo nombre verdadero era Petrona Hernández, murió este miércoles 14 de febrero a los 116 años y 9 meses, informó un portavoz del Hospital Militar "Alejandro Dávila Bolaños" de Managua.
Petrona era la mujer más anciana de Nicaragua. Nacida el 3 de mayo de 1890, Amanda Aguilar cobró notoriedad cuando el sacerdote y poeta trapense Ernesto Cardenal Martínez le dedicó un poema llamado "Las mujeres de El Cua", por su resistencia a la dictadura de los Somoza.
A "Amanda Aguilar", una antisomocista declarada, el cantautor nicaragüense Carlos Mejía Godoy, le compuso una canción con el poema de Ernesto Cardenal, que es un auténtico himno entre los nicaragüenses.
Escuche o baje el Himno "LAS MUJERES DEL CUA", compuesto por Carlos Mejía Godoy.
Además: La historia de las Mujeres del CuáLa anciana, conocida con el seudónimo de "Amanda Aguilar" durante la lucha contra la dictadura de la familia Somoza (1937-1979), fue una histórica colaboradora del conocido como "general de hombres libres" de Nicaragua, Augusto C. Sandino, y de los guerrilleros sandinistas.
La vida e historia de esta madre campesina de cinco hijos, cuatro de ellos asesinados durante la dictadura somocista, se desarrolló en la comarca montañosa El Carmen, municipio norteño de Rancho Grande, en el departamento de Matagalpa, norte del país.
La longeva mujer, junto a 19 campesinas de Rancho Grande, fueron encarceladas y torturadas en 1968 por la guardia de Somoza, por proteger a guerrilleros sandinistas que se habían ido a la clandestinidad a las montañas de este país para derrocar al régimen.
Ernesto Cardenal "inmortalizó" a ese grupo de mujeres, identificadas en este país centroamericano como "Las mujeres de El Cua", un emocionado testimonio de las campesinas sobre los vejámenes que sufrieron de manos de la guardia de Somoza estremecieron a la sociedad nicaragüense, que se sublevó y derrocó con las armas la dictadura de los Somoza, en 1979.
"Amanda Aguilar" fue visitada la noche del martes por el presidente Daniel Ortega. "Ella es una heroína de Nicaragua", dijo Ortega, ante las cámaras del canal 4 de la televisión local.La tarde del miércoles, en el Instituto de la Mujer, Ortega le impuso póstumamente la Orden Augusto C. Sandino, en el Grado Batalla de San Jacinto. El mandatario recordó que en el 2006 otorgó a la fallecida mujer la orden "Carlos Fonseca", fundador e ideólogo del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
A la anciana, que murió en la pobreza y sin casa propia, le sobrevive su hijo Pablo Hernández, con quien vivía.
Un comunicado del FSLN informa que su cuerpo ha sido trasladado a la ciudad de Matagalpa, en donde recibirá un homenaje póstumo de parte de las autoridades locales y partidarias.
La madrugada del jueves fue trasladada a Rancho Grande, departamento de Matagalpa, "donde reposa junto a sus familiares muchos de ellos víctimas de la injusticia, que imperó en Nicaragua, durante los 45 años de dictadura somocista", agrega el comunicado."El Frente Sandinista, al despedir a Amanda Aguilar, reconoce y valora su ejemplo y su aporte indiscutible a la historia y a la libertad", concluye el comunicado.
Fuente: Radio La Primerísima

domingo, 18 de marzo de 2007

LAZOS DE AMOR MARIANO


¿Por qué llora la Virgen? Así reza una pregunta que aparece por ahí, bajo un rostro de la Virgen de Fátima con una expresión de infinita tristeza y algunas lágrimas en los ojos y en las mejillas. Y luego vienen las respuestas.
¿Llora acaso la Virgen por el calentamiento global? Parece que no. No dice, al menos. La Virgen ni siquiera se da cuenta de que por ejemplo, después de que se 'apareció' en El Cajas eso se convirtió por obra y gracia de sus devotos en un gigantesco basural, porque los devotos, por espirituales que fueran, llevaban botellas de agua, comida con envolturas, y cosas así, y ya se sabe que la naturaleza es sabia, pero no tanto como para colocar receptores de basura en sus tesoros auténticos. Y así los hubiera puesto, digo yo. Pero la Virgen, por lo menos eso dicen, parece no tener preocupaciones ecológicas.
La Virgen llora porque los chicos y chicas se hacen piercings, que según dicen algunos 'entendidos' están consagrados al diablo porque han sido sumergidos en sangre (no sé si humana o de algún animal), y ya se sabe que si se sumerge un piercing en sangre y luego te lo pones el demonio del piercing obra en ti, dependiendo además del sitio del cuerpo en donde se pone el piercing. Así dicen que funciona. No dice, por ejemplo, que un piercing en la lengua puede dañar el esmalte de los dientes y dañar los tejidos internos de la boca porque a la Virgen eso de seguro no le interesa, al menos eso parece. No. No dice que los piercings pueden provocar infecciones y otro tipo de problemas si no se colocan en lugares confiables y con cuidado. Tampoco eso le importa. O no lo dicen.
¿Llora tal vez la Virgen porque el porcentaje de mujeres maltratadas en nuestro país y muchos otros países del mundo continúa en ascenso? No. Qué va. La Virgen llora mucho porque los hijos de padres divorciados y familias inestables se hacen piercings y tatuajes. No se pregunta jamás qué puede llevar a una persona a dejar su hogar, o a echar de él a alguien que hace daño y que maltrata. Por eso el Papa Juan Pablo II beatificó por lo menos a una mujer que aceptó el maltrato como normal y jamás busco otra vida ni otro ejemplo para sus hijas e hijos.
Por eso también la Virgen llora porque las chicas usan blusas que enseñan el ombligo y bailan reggaetón. Eso la hace llorar con mucha más amargura que, por ejemplo, las dictaduras del Cono Sur con sus decenas de miles de desaparecidos, el derrumbe de las Torres Gemelas, el trato a los prisioneros de la base de Guantánamo o la guerra de Iraq. Es más, creo que ni se ha enterado.
Aunque lloró, por ejemplo, por la Revolución Liberal, y tanto que la gente de Quito terminó arrastrando por media ciudad a un ex presidente y sus lugartenientes y luego icinerando los cuerpos en el parque del Ejido para que la Virgen dejara de llorar.
Dicen que la Virgen llora porque en la tinta de los tatuajes se les mete a los tatuados en el cuerpo 'el demonio de la tinta'. ¿Y no llora la Virgen cuando inoculan virus a indigentes para ver el efecto que producen en esos cuerpos de gente que no se puede defender los virus que serán manipulados genéticamente por si acaso nos toca una guerra biológica? ¿No habrá llorado la Virgen, y a mares, cada vez que en este pobre planeta ha estallado una bomba atómica o se han hecho pruebas nucleares destructivas? ¿No llora la Virgen al ver cómo el demonio del capitalismo salvaje y de la oscuridad tienen cada vez más fuerza en la mente y el corazón del mundo?
Parece que no.
No lo dicen, al menos.
Yo sé muy poco de todo, es cierto. No tengo estudios de Teología. Nunca se me ha aparecido la Virgen. Pero si fue quien fue, y si de ella nació quien dicen que nació, debe dolerle la injusticia más que los piercings, y parecerle mucho más escandalosa la miseria antes que las blusas 'puperas' o el reggaetón, debe estar angustiada por Guantánamo e Iraq antes que por el demonio de la tinta, saber que para el destino de este planeta el calentamiento global será peor que cualquier enfriamiento espiritual, y preocuparse mucho, pero mucho, por tantas mujeres y madres, como ella, que todavía sufren de maltrato y opresión.
Eso creo.

sábado, 10 de marzo de 2007

EL POEMA

por lo menos me queda
en el espacio estremecido de mi cuerpo
el recuerdo de lágrimas pasadas

no le digan a nadie
lo que no se comprende

vivo
viví
y viviré quizá
como una sombra gris
de dolores antiguos
y ancestrales

qué mujeres lloraron
soledades
silencios
fiebres de niños que ya no crecieron
y el desamor no dicho
que es peor
que cualquier abandono

qué mujeres en fila
habrían querido medir el fuego de su cuerpo
y la puta decencia
les amputó los nervios y las fuerzas

quién estuvo en qué parte
mucho antes
transida de secretos y de dudas
igual que yo en la sombra de mis miedos
desnuda
y sin respuestas
para ningún asomo de pregunta

HAY DÍAS Y DÍAS

Siempre me he preguntado por qué, si hay un día de la mujer, no hay un día del hombre. Al igual que no hay un día del soltero sin hijos, ni de la casada idem. ¿Por qué no hay un día, por ejemplo, del hombre blanco, occidental y europeo y sí hay un día del indígena o del afroamericano? ¿Por qué hay un día de la madre y no hay un día de la tía? ¿Por qué hay un día del niño y no hay un día de los adolescentes, o de los adultos jóvenes? ¿Por qué hay un día del anciano y no hay un día de la mujer entre treinta y cuarenta años? ¿Por qué hay un día de los enamorados y no hay un día de quienes se han divorciado, o de los sin pareja? ¿Por qué hay un día del sida y no hay un día del rotavirus? ¿Por qué hay un día de la bandera y no hay un día, por decir algo, de la llanta de emergencia, que nos saca de muchos más apuros y se nos hace más indispensable y útil en la cotidianidad?
Parecería que estas fechas pretenden dos cosas: la primera es quizá poner en evidencia ciertas vulnerabilidades. Pero ahí también dudo. ¿No es el hombre un ser vulnerable? ¿Las tías no necesitan tanto o más cariño que las madres, y no son igual de vulnerables? ¿Acaso hay algo más vulnerable que una adolescente caminando a pie las dos cuadras que le faltan para llegar a su casa a las once de la noche? ¿Una mujer recién divorciada no está terriblemente vulnerable emocionalmente, por un montón de cosas? Pero para estos tipos de personas no hay un día clásico, y a veces ni siquiera nos acordamos de ellas, o hasta les echamos la culpa de sus dolores y problemas.
La otra puede ser homenajear… pero ahí también nos topamos con algunas inconsecuencias: porque bueno, está bien homenajear a una buena madre, pero ¿todas las madres se habrán ganado el homenaje? ¿Y los niños? ¿qué han hecho para ser homenajeados con payasos –que a veces les provocan pánico–, dulces –que les provocan caries–, y pizza con Coca Cola –una de las dos o tres combinaciones menos nutritivas del mundo-? ¿No será ese más bien un “contra homenaje” por lo que a veces se portan tan mal y nos sacan de quicio?
Y para colmo, como si no fuera suficiente, nos aparece de unos años acá el famoso Día de la Mujer.
No me quejo. Siempre me dan una rosa, aunque sea en la farmacia. Me mandan unos power point bien bonitos que a mi vez también reenvío a todas mis amistades. Y algunos almacenes ya comienzan a apuntarse para las ofertas, como pasó con el sacrosanto día de la madre y con el día de los enamorados. Días que deberían caer en agosto por el solo hecho de que todos hacen su agosto con ese pretexto.
Pero, ¿alguien se acuerda, me pregunto yo, en este famoso día de la mujer, por qué lo festejamos? ¿Pasó en aquellas fechas algo digno de festejarse? ¿Saben los dueños de los almacenes de ropa por qué han decidido hacer una oferta para que más mujeres caigan en la trampa de comprarse más ropa innecesaria solo porque se festeja su día clásico?
Recordar que un ocho de marzo, hace más de cien años, ciento veinte mujeres trabajadoras norteamericanas dieron su vida por defender no precisamente sus derechos, sino los derechos de todas las que vendríamos después, y así marcaron un ejemplo a todo el resto de mujeres trabajadoras de la historia, quizá por un momento nos quite las ganas de farrearnos como si fuera un día más de fiesta. También nos puede aguar esta celebración conocer que en nuestro país el analfabetismo femenino alcanza a un 14% de la población ídem, y que el Ecuador es uno de los países del mundo en donde más elevadas son las tasas de maltrato doméstico. Entonces es cuando el día de la mujer deja de ser un simple motivo de festejo y se convierte más bien en un motivo de reflexión y una propuesta de acciones.
Sin embargo de todo esto, por ahora, aquí, entre amigas, quizá conviene que por un momento comamos en paz el pastel, aceptemos la rosa (qué bueno que no trajeron payaso); y eso sí, nunca, pero nunca, nos olvidemos de cómo y cuánto valemos (al igual que todos los que no son mujeres), y del respeto y amor que nos merecemos todos y cada uno de los días del año y de la vida.

POR QUÉ ME GUSTA...

Esta es la crónica del concierto de Serrat el martes 6 de marzo.

MENOS ES MÁS

El domingo pasado, traveseando por el Youtube, encontré un vídeo de Joan Manuel Serrat muy joven, en el que canta la que, según mi modo de ver, es una de sus mejores canciones, y lamentablemente no es de las más conocidas: La primera. Debo confesar que me conmovió muchísimo, hasta el llanto. Lo vi (y lo sigo viendo) varias veces cada día. Un hombre joven, hermoso (y sí: hablo de lo físico), cantando una canción inmejorable, dando cuenta de una experiencia que podría ser sórdida, pero que él se encarga de transformar en edificante (no precisamente en el sentido occidental y cristiano de la palabra, pero sí en el más humano y estético).
Dos días después, el martes, acudí a su presentación en el teatro de la Casa de la Cultura de Quito. Tenía sentimientos encontrados. Han pasado treinta y tres años desde la grabación del vídeo de marras. Para mí, muchas cosas que no vienen a cuento porque no soy la protagonista de este artículo; para él muchos discos y conciertos, un exilio, un matrimonio, dos hijas, la orfandad total, un cáncer de vejiga, y eso de lo que se conoce, porque vaya una a saber cuántas visitas al dentista, pesadillas y etcétera también atravesaron por ahí. Cosas que por lo menos dejan huella, ¿no? El tren de la vida, para ser un poco cursis.
Nos sorprendimos cuando irrumpió silenciosamente en el escenario. Esperábamos un par de canciones introductorias de otra persona. Pero no hubo. Joan Manuel Serrat entró con paso tranquilo, casi sin hacerse sentir, y nos tomó algo de tiempo comenzar con los aplausos. En seguida agarró la guitarra y arremetió con un clásico: Menos tu vientre. La guitarra, impecable. La voz… bueno, la voz de un hombre de sesenta y tres años bien andados que se notan bastante, y en un principio eso podría pesar en el reino de nuestras percepciones; pero la canción conmovió, revivió nostalgias y tradujo esperanzas.
La noche se fue construyendo poco a poco entre acordes y poesía. La irrupción de Ricard Miralles, el pianista de Serrat por excelencia, también arrancó aplausos muy entusiastas en el público, y fue muy profesional a la vez que sentida su interpretación, en un intermedio instrumental, de temas como Sinceramente tuyo y Vagabundear. Pero siguiendo el orden del recital, a Menos tu vientre siguió un Mediterráneo remozado. Y luego se hizo presente la letra de Mario Benedetti con Una mujer desnuda y en lo oscuro.
Vinieron luego, muy explicadas, dos canciones de , su último CD en catalán, y entonces me di cuenta de que por arte de magia los sesenta y tres años iban dejando de pesar en la voz. Puede haber sido, claro, algo de técnica vocal: cuestión de una simple falta de calentamiento que las interpretaciones anteriores suplieron; pero prefiero pensar que también fue esa compenetración que se va produciendo entre un hombre que no manifiesta arrogancia ni pretensiones, y que sin embargo, con una incuestionable sencillez, se va ganando al público a golpe de presentar un trabajo bien hecho.
Todo el evento estuvo cruzado por la perfección que solamente puede prestar la simpleza. Cálido. Intimista y personal. De las canciones que más llegaron: Esos locos bajitos, con su tremenda carga emocional, sobre todo para quienes tenemos hijos; Si hagués nascut dona, una fantasía en catalán sobre la vida que habría llevado de haber nacido nena y crecido en la represiva sociedad franquista, con su pertinente llamado a los hombres para que se den cuenta de lo difícil que es a veces la vida de las mujeres; una Penélope reconstruida en un suave ritmo muy cercano al jazz; Pueblo blanco, esa maravilla, aunque al decir esto no haga ningún aporte, y, particularmente significativo, sobre todo después de los quebrantos de salud del cantante, Para la libertad, que en lo personal fue uno de los momentos más emotivos de la noche.
Merece una mención aparte el sentido del humor de Serrat: fino, irónico, sagaz y muy efectivo para aligerar la fuerza de la emoción que crecía por momentos.
También lo que aquí llamamos “yapas” fueron especiales, pues hubo para todos: Fiesta, con la que infructuosamente intentó poner fin a las pedidas de “más”; una muy especial interpretación de Lucía, que siempre trae tanto para todos; Hoy puede ser un gran día, tema que resulta agridulce cuando el recital termina y sabemos que sí, que hoy tuvimos un gran día, pero que ya se acaba.
Queda, como una sombra nostálgica, el recuerdo del video de La primera y del hermoso hombre que canta la más dulce y dura canción de amor.
¿Contrasta tal vez con lo de la noche vivida? Para nada. También allí estuvo un hombre hermoso (y sí: estoy hablando de lo físico), prestándole palabras y sentidos a nuestro día a día con la magia que solamente brindan el talento y el esfuerzo de una vida dedicada a extraer la belleza del barro cotidiano, y más hermoso aún, reconstruido desde la luz interior que dan años de integridad y de amor por las palabras y la música, pero sobre todo por la gente que hace posible que el arte nos arranque de la sordidez y el espanto que se empeñan en pulular sin tregua ni recato por el mundo de hoy.
Quito, 7 de Marzo de 2007

domingo, 4 de marzo de 2007

PRIMERA Y ÚLTIMA CARTA A UN ÍDOLO

Me van a perdonar, pero esta sección la dedico a mis quince años. Al amor que siempre tuve por Serrat y sus canciones, y a este insultantemente candoroso poema que les dediqué:
gracias
joan manuel serrat
por todas las cosas buenas
que me diste sin saber

la sonrisa
en la carátula de un disco
la voz
siempre tejiendo
historias y canciones de otro tiempo

sin pensar
cantaste en mi fiesta de cumpleaños
y algunas veces aún me haces llorar

me contaste tu niñez
tu amor de cartón piedra
y la magia sin trampas de tu calle

cuando vino el amor
/esa lejana mariposa verde/
ahí estabas
cantando
y en la llegada del dolor también
tu voz
tuvo una queja por mi pena

te puse
con mi voz
en mi guitarra

pegué una foto tuya en la puerta del closet

y
en fin de cuentas
descubrí
que eres tan solo un hombre
con pecados mortales
con momentos grandiosos
con sonrisas divinas
y lágrimas tragadas
como otros
como todos

pero gracias
joan
manuel
serrat
por todas las cosas lindas
que
sin pensar
sin saber
y quizá sin querer
me entregaste alguna vez

POR MARZO...

Vamos a hablar de mujeres, y esta es una sugerencia de mi amiga Luli Camacho, a quien le doy el crédito, y que me ha enviado este hermoso artículo para compartirlo con ustedes:

EL VUELO DE LA MARIPOSA HERIDA: MARGARET RANDALL



Por Eve Gil
Fecha: febrero 20, 2007
Escribo como mujer,
y porque soy mujer estoy profundamente consciente
de las formas en las cuales se puede abusar del poder.
Margaret Randall

Margaret Randall, escritora y poeta neoyorquina que fue educada para casarse y criar niños, terminaría recorriendo el mundo a bordo de una motocicleta, involucrándose en las diversas rebeliones latinoamericanas de la década de los setenta y ochenta.

Randall rompió radicalmente sus ataduras con el mundo. Podría decirse que nació una y se volvió otra: ¿Quién supondría que una niñita vestida de encaje y moño, nacida en el seno de una tradicional familia judía de la clase media en Nueva York, criada esencialmente para casarse y criar niños, terminaría recorriendo el mundo a bordo de una motocicleta, involucrándose en las diversas rebeliones latinoamericanas de la década de los setenta y ochenta, enamorada de la cultura andina y proclamándose lesbiana en la madurez?

Por supuesto, tuvieron que pasar muchas cosas y muchos años sobre aquella niñita de largas trenzas que, según revela en su doloroso poema "La segunda foto", enfrenta a la cámara en demanda de respuestas, mientras su abuela materna:

"(…) rodea mi trasero engalanado como para una fiesta,
tus dedos en una rara postura, como haciendo un signo secreto"
(Esto sucede cuando el corazón de una mujer se rompe (Poemas 1985-1995), traducción, prólogo y notas de Víctor Rodríguez Núñez, edición bilingüe, Poesía Hiperión, 1999, p. 55).

Sistemáticamente violada desde la más tierna infancia por su abuelo materno, parapetado por la abuela de Margaret, la poeta calló por la sencilla razón de que no recordaba nada. Nunca supo qué nombre darle a aquello que la rompió por dentro y la obligó a vivir recogiendo pedazos hasta restaurarse como obra maestra.
Como cualquier chica de su condición se casó, y junto con su flamante esposo, con quien procrearía a su primer hijo, Gregory, emprendió su primer viaje en moto al norte de África y Europa, apenas graduada de la high school, en 1954. Pararía en Sevilla durante un año, empleándose como criada, asimilando la lengua de la que habría de enamorarse: el castellano. Y si bien probó la libertad absoluta y le encantó, por alguna razón no especificada terminaría de vuelta en Nueva York, la ciudad donde nació el 6 de diciembre de 1936 (aunque se criaría en Nuevo México), y donde conocería al padre de Gregory, un hijo, señala Margaret en todo momento, muy deseado.

Durante este trance despertaría su conciencia política, año 1961, al grado de hacerla dar un giro de 360 grados, con todo y su bebé de diez meses y dos libros de poesía publicados, rumbo a México. Ahí descubriría otra veta: la poesía, vía ideal para la expresión de sus dolores y anhelos.
En México, asegura Margaret, se hizo feminista y empezó a usar la voz ajena. Publicará también su primer libro sobre feminismo: Las mujeres. Antología documental (Siglo XXI, 1970). A través de la poesía surge por fin lo que le había sucedido en la más tierna infancia y pudo ponerle un nombre: incesto. Margaret se reencontró, al fin, con Margaret:

"Cuando Margaret escribe su nombre
Margaret es un poema
los lectores deben detenerse y considerar semejante evidencia (…)"
("Primera nota al pie", p. 23).

Finalmente, la otrora niña violada encara al abuelo violador, a la abuela cómplice, y a los anonadados padres que nunca supieron:

"En este poema sostengo tus ojos y grito:
por favor, mamá, no sigas diciéndonos
las palabras que piensas que queremos oír. Háblanos desde tu propio miedo.
(…) Mira, yo ahora reúno a mis hijos
agrupo sus estaturas
mato al santo a treinta años de su muerte
toco su carne putrefacta bajo la luna
veo cómo caen en los pilares.
(…) Recojo sus pedazos".
("Para matar al santo", p. 59).

Encarará también a los dictadores, en especial a sus compatriotas que se asumen herederos de Dios:

"Bajo mi piel
todas las muertes se aglomeran
junto a esa sola muerte:
en algún lugar de El Salvador,
mayo, 1975:
Roque, revolucionario, poeta, amigo,
torturado y luego asesinado
por miembros desertores de su propia organización.
Uno de sus abusos de guerra desigual,imposible de borrar".
("Muertos", Dentro de otro tiempo: reflejos del Gran Cañón, Alforja, CONACULTA, FONCA, Traducción de María Vázquez, 2006).

En México se relaciona entrañablemente con los también poetas Juan Bañuelos, el nicaragüense Ernesto Cardenal. Con Sergio Mondragón fundaría, en 1962, la revista bilingüe The plumed horn (El corno emplumado), que alcanzaría 32 números y publicaría, además, más de veinte títulos de poetas norteamericanos y latinoamericanos. También procrearía con él dos hijas: Sarah (1963) y Ximena (1964), divorciándose al poco tiempo de nacer esta.

Ya desde su labor editorial empezó a tener problemas con el poder por el simple hecho de publicar poetas cubanos, y su maternidad de dos niñas mexicanas (Ana estaba por nacer) no suavizó la actitud represora del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz sobre la norteamericana, implicada con toda su alma en el movimiento estudiantil de 1968 y asumiendo una actitud crítica contra los represores a través de su revista, circunstancia que la forzaría, primero, a vivir en la clandestinidad (como tantos mexicanos participantes del movimiento), aunque al poco de nacer Ana, su tercera hija fruto de su unión con el poeta Robert Cohen, salió ilegalmente del país que no hubiera querido abandonar jamás, con rumbo a la Habana donde viviría felizmente hasta 1980, sin lograr recuperar la nacionalidad norteamericana a través de su unión con Cohen que le sería nuevamente regateada en 1986 tras comprobársele que era "comunista" por escribir un poema al Che Guevara.

Se le cuestionó también por asuntos tan absurdos como pintar desnudos en una clase de arte y trabajar como mesera en un bar gay. Sus conceptos, más que sus experiencias (cuya vía de expresión, insisto, es la poesía) se reflejan en tres ensayos sociológicos publicados por la editorial Siglo XXI: Los hippies, expresión de una crisis; Las mujeres; El espíritu de un pueblo: las mujeres de Vietnam; Mujeres en la revolución, y una hermosa crónica en coautoría con el poeta cubano, Ángel Antonio Moreno, sobre un querido artista callejero de Matanzas, el Che Carballo: Sueños y realidades del Guajiricantor (1979), así como en su material periodístico, desperdigado en las más importantes revistas latinoamericanas.

En los años ochenta se mudaría a Nicaragua para vivir desde dentro la lucha del Frente Sandinista, lo que daría lugar al libro «Todas estamos despiertas», donde detalla la muy activa participación de las mujeres contra el terrible General Somoza. Publicado en su país natal bajo el título de Sandino`s daughters, estaba destinado a ser su libro emblemático por el que hasta la fecha recibe amorosas cartas de sus lectores: "Muchas creímos que, a pesar de las importantes contribuciones del FSLN, su incapacidad de enfrentar el feminismo (así como el racismo y el abuso generalizado del poder) contribuyó a su derrota. El Liderazgo Sandinista, masculino en su mayoría, continúa hablando de su compromiso con la igualdad de la mujer, ¿pero dónde están las acciones que apoyan las palabras?"

A través de Las hijas de Sandino, una historia abierta, expone las mentiras que sobre el movimiento circularon a nivel internacional, manipuladas desde Estados Unidos: "Muchos norteamericanos ni siquiera sabían donde estaba Nicaragua – diría la autora-, ni siquiera qué idioma se hablaba ahí, porque la ignorancia que mantiene el pueblo norteamericano es una ignorancia abismal…"

A decir de la autora nicaragüense Gioconda Belli: "Margaret Randall tiene la calidad de esos pájaros deslumbrantes que se le quedan a uno grabado en los ojos cuando se camina por las veredas de Mombacho (…) Una mata de pelo largo y blanco todavía húmedo en los bordes, los ojos azules llenos de melancolía y la voz que oscila entre el lamento y el canto…"

El despertar de una conciencia feminista, particularmente durante su experiencia nicaragüense, hizo a la poeta y periodista reparar en el hecho de que, como poeta, había terminado por trabajar con su propio dolor, que era suyo, que era ella. No se trataba, sin embargo, de abolir este aprendizaje más cultural que espiritual, sino de honrarlo, nombrarlo, poetizarlo.
Y no tiene que ver con un regodeo masoquista, mucho menos con autocompasivo lamento, porque el dolor de una mujer puede ser transformado en goce estético de terceros, como el que Margaret imprime a su poesía: "…en las mujeres ha habido una enorme capacidad de resistir, que te joden pero te levantas y sigues…"

El dolor de ser mujer, una vez conscientizado, internalizado, reflexionado, se transforma en un valor, en la posibilidad de una enseñanza mutua, en una lección que requiere ser compartida, transmitida, hasta volverlo leyenda: "¿Dónde está el espejo lo bastante limpio/ como para decirnos quienes somos?" ("Espejos", p. 83).

Una vez asimilada esta lección, canalizando el dolor a través del arte y de la protesta contra la injusticia, Margaret reconstruyó a Margaret y del mismo modo que grita hasta enronquecer que ella es Margaret, gritó al fin su amor por las mujeres.

Madre de cuatro hijos, abuela de diez nietos, se dio el lujo de iniciar una nueva vida en Albuquerque, al lado de su pareja, la pintora Bárbara Byers a quien dedica su obra antológica, «Esto sucede cuando el corazón de una mujer se rompe». Su delicioso poema, "Nuestro aniversario" , incluido en su más reciente poemario, «Dentro del otro tiempo: reflejos del Gran Cañón», ilustrado, por cierto, por Bárbara, plantea el compromiso amoroso entre dos mujeres; un intercambio de anillos que, en este caso, adquiere un toque de sublime subversión:

"en una fiesta móvil. Primera cita, primer toque, una noche
hasta la mañana
hace dieciocho años. La decisión de estar juntas todo el tiempo
que nos queda. Luego confesamos que queríamos anillos.
Y ahí es cuando surgió mi primer sueño: un mapa
para buscarnos a nosotras mismas." (p. 29).

Este incesante rastrear en su consciencia, en su memoria y en la propia identidad, efectuada a través de una terapia pero anteponiendo a los metáforas emocionales las de la poesía, le hizo ver que era menester aterrizar en este mundo si realmente deseaba contribuir a cambiarlo, de ahí que cualquier asomo de culpa, si lo hubo, se diluyó en un feroz anti imperialismo y un radical rechazo al sionismo.
Lo anterior no signifique que manifieste un arrobamiento perpetuo por el paisaje que actualmente la rodea. Su más reciente poemario, de hecho, es un himno al paisaje y a la naturaleza de Norteamérica que la petrifica al grado de dejar muda el cuaderno acarreado expresamente para capturar aquel entorno milenario:

"Cada vez que me tocaba escoger
entre escribir o sentarme silenciosamente,
inhalar este lugar,dejarlo entrar en mis poros, me quedé conmigo misma,
invitando al lugar a entrar. ¿Sabía entonces
que podría acceder a los recuerdos después?Ni siquiera me hice la pregunta."
("El cuaderno", p. 103, 104)

Margaret, pues, nunca se quedó de brazos cruzados, de hecho, y como dice Rodríguez Núñez, es probable que ningún otro escritor haya trabajado tan intensamente y a la par en su propia obra y en actividades políticas. Su poesía refleja las múltiples facetas de su transformació n y de su lucha y la riqueza de su pensamiento nutrido de las más diversas escuelas. La falta de poder en las mujeres, ha dicho en forma decisiva, no es, como se ha querido hacer creer, un fenómeno privado, porque lo personal y lo político son dos caras de la misma moneda: "El sistema necesita mantener a las mujeres subordinadas y bien controladas, por eso pinta la vida de rebeldía como una vida desdichada. Pero si a mujer le fue mal en una relación y tiene que probar otra vez, habría que ver si ella es menos feliz que aquella que dice: «Bueno, me conformo con lo que tengo, no voy a mover el agua y me quedo donde estoy…»", declara en entrevista con el sitio web La Boletina.

Aunque su poesía la escribió en inglés, quizá por ser el lenguaje de la infancia, del dolor, de lo renegado, Margaret está muy influida por Sor Juana Inés de la Cruz, César Vallejo, Roque Dalton, Violeta Parra y Carlos María Gutiérrez, aunque reconoce la influencia de Whitman, Hart Crane y la también poeta lesbiana Adrienne Rich.

Sin embargo, a decir de Rodríguez Núñez, el verdadero lugar de Margaret está junto con escritoras negras, indias e hispanas como June Jordan, Audre Lorde, Sandra Cisneros, Michelle Cliff, Janice Gould, Sonia Sánchez, Luci Tapahanso y Gloria Anzaldua. José Vicente Anaya la ubica, muy atinadamente, junto a otras poetas de su generación que transformaron el entorno doméstico en nueva poesía, como Sylvia Plath, Anne Sexton y Diane di Prima. Uno de sus mayores afectos artísticos es Frida Kahlo, sobre quien escribe:

"Siempre vuelvo a las mariposas
asombradas como tu cuerpo roto,
fijas en su vitrina de cristal
bajo el dosel de tu última cama.
(…) Yo también amo a la gente –a las mujeres–
pero hay momentos en que la gente, incluso las mujeres
me cansan".

Frida es ejemplar respecto a la forma en que una mujer puede domesticar el dolor, más aún, someterlo. No es necesario haber padecido el dolor físico que mantuvo postrada a la pintora mexicana para, como mujer, entenderla… particularmente cuando como Margaret se ha vivido recogido los propios pedazos.

El dolor hace de las mujeres un ser en perpetua construcción, mutando continuamente de piel y, en casos extremos como los de Frida y la propia Margaret, transformarse en obras maestras de sí mismas: "Para mí la política y la vida son la misma cosa –le dice Margaret a Franklin Fernández–. Pero no hablo de la política estrecha o partidaria, sino de la política en el sentido de intentar hace la vida más sana, más segura y más creativa para todos… pero asumir un cargo político… ¡jamás!" Actualmente trabaja en sus memorias, que promete ser una obra monumental.
Fuente: Revista Anodis.

EN DESCARGO DE DELFÍN

Hace un par de semanas publiqué una entrada en la cual hablaba acerca de Delfín Quishpe y su top hit Torres Gemelas. Fui crítica, descriptivamente crítica, podría decir, y me gané alguna que otra suave reprimenda, que entiendo y asumo. También expliqué repetidas veces que en el caso Delfín yo no rechazo su procedencia, su aspecto ni nada de eso. Sencillamente me da pena de que este muchacho sea una de las pocas imágenes que en el Ecuador se tiene del mundo mientras aquí existen muchas otras cosas para mostrar y que, lamentablemente, por la desidia de todos los implicados, se podría decir, permanecen ignoradas e invisibles.

Sin embargo, el caso Delfín da para más. Y por eso ahora lo retomo.

Hay quienes -los reporteros del programa La Televisión, por ejemplo- piensan que es una maravilla que Delfín esté en más de ocho ni sé cuántas mil páginas de Internet, y lo hacen aparecer como uno de los videos más comentados del Youtube. La pregunta es: ¿han leído los comentarios? Parece que no, porque si los hubieran leído no estarían tan felices como parecen. También hablan de "cantantes chilenos enamorados" que toman la canción de Delfín y la entonan... En fin, basta verle la cara al chileno enamorado para darse cuenta de que lo que está haciendo con la canción de Delfín Quishpe es morirse de la risa sin disimulo.

Otras personas, en cambio, dicen en público que se les "caería la cara de vergüenza" si Delfín se presentara, por ejemplo, en Viña del Mar.

Yo diría que ni tanto, ni tan calvo, o como se dice en español de España (aquí necesito algún migrante que me dé pronunciando): "Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre".

Más allá de la ingenua emoción y el "orgullo nacional" de que Delfín esté siendo objeto de escarnio en miles de páginas de Internet, existe en muchos otros ecuatorianos y latinoamericanos una sensación vergonzante. ¿Por qué? Dice la psicología que rechazamos en los demás aquello que odiamos, y sobre todo reconocemos, en nosotros mismos. ¿Qué cara negada de nuestro modo de ser evidencia Delfín? ¿Por qué al mirarlo y escucharlo en un festival internacional se nos caería de vergüenza la cara que mostramos habitualmente al mundo, y qué otra cara se quedaría al descubierto? ¿Por qué el mismo Delfín, en el momento de colgar un video en Youtube, no pone su canción -me muero por oírla porque debe ser preciosa- en quichua y con instrumentos autóctonos, "Mi ovejita", y coloca ahí un "tecno folclor latino" que vuelve los ojos hacia la ya obsoleta tragedia de la gran metrópoli en lugar de mirar hacia su chacra, su campo, las muertes por deslaves, desnutrición y miseria de su gente, los motivos de la migración masiva y desesperada? Me dirán que habla de la muerte de una ecuatoriana... puede ser; pero sabemos que eso es solo el gancho, ¿verdad?

Delfín, con su ingenuidad, nos pone al descubierto. Y como suele sucedernos a todos, quiere y cree decir una cosa; pero está diciendo muchas cosas más, y muy diferentes de lo que se imagina.

Primero, Delfín mira hacia fuera, como hacemos muchos ecuatorianos: boquiabiertos, asombrados, muertos de la envidia, mirando siempre más allá de las fronteras, locos por vivir en Nueva York o Madrid aunque sea lamiendo el piso y pagando el precio emocional de abandonar niños que todavía no caminan, con el pretexto de que necesitamos ponerle un cuarto piso a nuestra casa, y aquí... ya se sabe. Por lo menos Delfín no se ha hecho la nariz, ni se ha puesto lentes de contacto turquesa, ni se ha pintado el pelo de amarillo patito. Eso ya es un mérito. Por lo menos Delfín, en medio de todo, dice con toda naturalidad "Nueva Yorr" y "un mal recuerdo yo la viví", lo cual fonética y gramaticalmente suena horroroso; pero se vuelve maravilloso al advertir que son modos de decir que, aunque cante a las Torres Gemelas, al Ecuador lo lleva en la sangre y en la lengua, y no puede ni quiere despegarse de él.

Segundo, Delfín quiere hacerse ver, pero hacerse ver desde lo que es. Quizá por eso se viste de cuero de pies a cabeza y pone su nombre en las perneras de su pantalón. Sabe que en nuestro medio su preciosa canción "Mi ovejita" no pegaría para nada. Entonces se disfraza a medias de "tecno...", busca un tema... "cosmopolita", por decirlo de un modo amable, y lo lanza al Youtube, al mundo. ¿No querrá el Delfín ayudar a otros artistas ecuatorianos a hacer algo parecido (menos el vestido de cuero) y que así se sepa que aquí también se canta bonito?

Y, como se dijo, Delfín nos muestra nuestra propia cara: pequeños, morenos, de cabello lacio y oscuro, de ojos pardos y rasgados, mirando hacia las Torres Gemelas y condoliéndonos de ellos más que de lo que aquí sucede, después de todo, son los que tienen la sartén por el mango, y así terminarán por freír al planeta entero.

Lo triste es que siempre estemos preguntándonos, más allá de Delfín, por qué no somos altos, por qué no somos rubios, por qué no somos "blancos", por qué no tenemos ojos azules y grandes. Por qué somos vivos pero no inteligentes. Por qué nuestra música es tan triste. Por qué nuestra literatura no tiene un solo premio Nobel y aquí nadie ha escrito un best seller. Por qué no tenemos un inventor como Edison. Por qué Gabriel García Márquez no nació en Esmeraldas. Y en esa eterna ronda de porqués inútiles y desoladores nos perdemos para siempre, sin valorar nuestra propia belleza, nuestra diversidad, nuestra música y nuestras palabras más allá de la fama en el contexto mundial, pensando en lo que no somos y quisiéramos ser y sin averiguar no solo cuáles son las respuestas, sino sobre todo, cuáles serían las preguntas adecuadas para aprender a no avergonzarnos nunca más de lo que somos o de lo que no somos, y ante todo a valorarnos más allá de chauvinismos baratos, por supuesto, pero también más allá de complejos estúpidos.

Piénsenlo...

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