domingo, 24 de junio de 2007

CUANDO AMÉ DE VERDAD

cuando amé de verdad
perdí la perspectiva
me revolqué en el fango de mis lágrimas
mordí almohadas y sábanas
acorralé mis células
mi sangre
mi canto y mis latidos
cuando amé de verdad
no supe más que de la entrega absurda
me humillé como aquella pecadora
que besaba llorando
los pies del Hombre insigne
cuando amé de verdad
también redescubrí las cosas buenas
y lo poco que duran los amores eternos
deshice mis amarras
quemé naves
destrabé los postigos
dejé ir
cuando amé de verdad
y observé los veleros alejarse
quedamos mi alma y yo para el encuentro
y eso
fue suficiente

SU MAJESTAD

Yo le aposté a Rafael Correa. Y le sigo apostando: con fe, con esperanza… espero nunca tener que hacerlo por caridad. Cuando me temí (nos temíamos) que el “banano man”, como le dice un amigo, pudiera llegar al poder, hice todo lo que en mi mano estuvo para impedirlo, no solo porque Correa fuera “el menos malo”, sino también porque consideraba, y considero, que tiene un proyecto viable, justo, íntegro y válido para el país, y porque pensé –todavía pienso– que es la persona más indicada para conducir el destino inmediato del Ecuador.
Por eso me apena y me desconcierta el apresamiento del señor Mauricio Ordóñez, acusado de haber hecho una “mala seña” al Presidente.
¿Qué me apena y me desconcierta? Dos que tres cositas:

  • El apresamiento. ¿Qué se quiere demostrar con esto? Creo que la mayor parte de gente está consciente de eso que han dado en llamar, citando el texto de la ley, “la majestad del cargo que ostenta”, frase que, para mí, se contrapone en mucho a la otra expresión, habitual en este gobierno, de “ciudadano presidente”. ¿Con qué nos quedamos? ¿Es un “ciudadano” o es “Su Majestad” (lo cual lo ascendería ipso facto a por lo menos rey)? Porque si es y se siente un ciudadano, como asegura, entonces toca una de dos: o se pasa el hecho como la malacrianza que es, sin hacer tanta bulla, o se mete a la cárcel a todo otro ciudadano o ciudadana que agreda con el gesto a sus ciudadanos congéneres, situación que haría colapsar en un dos por cuatro el sistema penitenciario nacional. Pero lo que vemos aquí es, más bien, la reacción de Su Majestad ante el súbdito que ha osado expresar, de un modo heterodoxo, es cierto, su inconformidad con algún aspecto del régimen.
  • La Santa Indignación. No solo de Correa, que es el ofendido, sino del jefe de la escolta, que manda a apresar al hombre, y de quienes defienden lo, a mi juicio, indefendible. Me pregunto, como madre, como educadora que he sido durante más de veinte años: ¿era necesario? ¿no bastaba una amonestación, si mismo se quería darle importancia al hecho? Sabemos, por la vida y la profesión, que la atención excesiva sobre la mala conducta la refuerza en lugar de debilitarla, que el castigo y la represión casi nunca dan los resultados deseados, y que más bien ahondan los conflictos, como está sucediendo en este momento.
  • La nostalgia del autoritarismo. Solo una pregunta: ¿a cuál de todos los ex presidentes del Ecuador en los últimos treinta años nos recuerda el apresamiento del ciudadano Ordóñez?
  • El emperro. “… y si no les gusta, renuncio”. Frase que en boca de Rafael Correa se comienza a desgastar, y que desdice profundamente de La Majestad del Cargo que Ostenta.

Noblesse oblige, se dice en francés, idioma que nuestro presidente domina. La nobleza obliga. La Majestad del Cargo que Ostenta lo obliga, precisamente, a la ponderación exacta de los hechos y las reacciones, a la reflexión, al control de su impulsividad y a la consecuencia con el hecho de haber adoptado el apelativo de Ciudadano Presidente, con el que yo me quedo más allá de cualquier majestad, porque en la sencillez de esas dos palabras es en donde se hace carne y sangre la enorme y enaltecedora responsabilidad de conducir la lucha por construir un país de verdad solidario y equitativo.

sábado, 16 de junio de 2007

LOS PASOS DE MI PAPI

despaciosos
en la penumbra soñolienta de los despertares
rumor de vida que empieza y se reedita
los recuerdo
precediendo los tenues toques en la puerta
y la voz que llamaba a comenzar el día

los imagino lentos por la calle
recorriendo sus mundos
hechos de tantas cosas no logradas
de tanto anhelo silencioso y viejo
de todos esos reinos fantasiosos
que esconde en sus dibujos
en los libros
y en el arte
/la música
y el cine existencial
que jamás le gustó a su compañera/
la soledad de quien sabe entenderse
y se toma con calma
la pelea cotidiana con la sombra
y hechos también de ayer
/por supuesto/
de tiempos de bohemia y de romances
de los que por recato
o porque son tan limpiamente suyos
jamás nos dijo nada

esos pasos
que acompañan ahora
la desmemoria oscura de la mami
que a veces fueron danza y alegría
y hoy son
sencillamente
su silenciosa e implacable lucha
por derrotar al tiempo y sus mentiras

LLAMADAS TELEFÓNICAS

1
-¿Aló?
-Buenos, días, permítame presentarme: soy un trabajador, como usted. Mi abuelito se suicidó en la crisis bancaria del 99 porque se robaron todos sus fondos depositados en el Banco Patito. Pero le quiero contar que el Banco Patito no tuvo nada qué ver en eso. La culpa fue de los gobiernos que hicieron leyes para regular el estímulo de la ganancia de la empresa privada, que con esas leyes ya no quiso trabajar porque no podía ganar todo lo que le daba la gana... perdón, que con esas leyes trabajaba a pérdida y por eso quebraron los bancos, por orden de Fidel y de Chávez, como quiere hacer el gobierno actual para que otra vez haya feriado bancario y ya no haya dólar y volvamos a ganar en sucres o en cóndores como dicen y Chávez y Castro se beneficien así con su plata.
-Bueno... pero... ¿de qué...? ¿de parte de quién...?
Clic.

2
-¿Aló?
-Buenos días, tardes o noches, dependiendo de la hora en que esta llamada le llegue, estimado amigo o amiga, soy uno de los mejores ex presidentes que ha tenido este país, aunque fui interino, y como a todos me acusaron de corrupción, pero eso es por la pura maldad de mis detractores, otra vez que no sea una grabación podremos hablar más detenidamente sobre el asunto. Me dirijo a usted con todo respeto, con el fin de pedirle, de rogarle, de suplicarle que vote por el no en la consulta popular para la Asamblea Constituyente. Es cierto que en el país hay algunas cosillas por mejorar, no las de fondo. Nuestra actual constitución es una de las mejores de América Latina, no lo dude. Si usted vota por el sí y tiene, por ejemplo, una casa con cuatro cuartos, le van a quitar dos cuartos, o quizás hasta dos y medio para que aloje a una familia pobre, de esas que son pobres por vagas, porque no han tenido el empuje suficiente para migrar clandestinamente solo por el miedo de ahogarse en el Océano Pacífico, y se han quedado aquí rascándose la panza cuando bien podrían trabajar de lo que sea porque todo está perfecto. Y también le van a obligar a que comparta su vehículo llevando y trayendo a gente que no tiene ni carro. Ah, y van a quitar el dólar y va a volver a haber feriado bancario, y le van a congelar su plata. Vote No en la consulta. Gracias.
Clic.

domingo, 10 de junio de 2007

JERÓNIMO

Este mes es el mes del Jerónimo, el sobrino más sobrino de todos, y por eso, me permito poner aquí este poema:

será ese tal vez el nombre de la espera
y del renacimiento
de la sangre que vuelve por sus cauces
de las buenas noticias

será el nombre del hombre luchador
del niño que se empeña por nacer
y nace
más allá de la sombra y la estadística

será sencillamente que llegaste
y se hizo la luz junto a la sombra
como siempre que llega la esperanza cumplida

ENCIMA DE POBRES, FEOS


Este título no es mío. Lo vi en una página de "Otro mundo es posible", y me dejó pensando. El artículo hablaba de los programas tipo "Cambio Radical" y de tales, en donde prevalecen los modelos estéticos occidentales y eurocentristas para "reconstruir" el aspecto de personas que no entran en esos cánones y ayudar (nadie sabe cómo) a que "sean ell@s mism@s", tengan más seguridad y les vaya mejor en la vida.
¿Hasta dónde tenemos metido el modelo de un "deber ser" estético, corporal, físico? Una persona muy querida para mí, de gran corazón y mucha generosidad, ha repetido varias veces, al referirse a estudiantes suyas de una universidad estatal, la expresión: "es morenita pero bonita". Y claro, ahí la palabra clave es ese pero, que indica que solo en este caso, y en otros muy excepcionales, los adjetivos morenita y bonita pueden referirse a la misma persona.
Vivimos en un medio en donde las personas se empeñan, por ejemplo, en ser rubias. No importa a qué etnia pertenezcan. No importa que su rostro delate lo falso del color de su cabello. No importa que un mes después del tinte tengan una mancha negra de un centímetro de largo en las raíces de toda su cabellera que grite desaforadamente "¡ella no es rubia!". Lo que importa, supongo, es sentirse rubia.
También vivimos en un medio en el que las narices aguileñas no tienen buena prensa. Muchos de quienes poseían una nariz "de Sucre", que da cuenta de una poderosa personalidad y sirve muy bien en el momento de ponerse los lentes, ahora han decidido que su modelo es Michael Jackson, y allá van, a pasar diez días con los ojos morados, no importa. Pero ojo, que no me refiero a la nariz del señor Jackson cuando era un agradable niño de raza negra, la voz más aguda de los Jackson Five. Estoy hablando de la actual nariz de Michael Jackson. Eso que ni la Barbie más pintiparada puede exhibir con la misma soltura que él.
En realidad, somos demasiado sugestionables a las imágenes que los medios nos presentan, quizá amparándose en su sempiterna e ineludible libertad de expresión: cuerpos andróginos, ojos de cualquier color que no sea pardo o negro, cabellos rubios, senos imposibles de conseguir sin cirugía, abdómenes planos sin más sacrificio que arriesgar la vida en un quirófano que con mala suerte puede funcionar incluso en el ex garaje de una casa... todo a costos que pueden tranquilamente hacer que alguien se endeude de por vida, y sea mucho más pobre que antes... ¡pero nunca fe@!
Ya, ya sé lo que me van a decir: yo me pinto el pelo, y quizá no tengo excusa, la única es que a mi edad (45) tengo una cantidad de canas muy superior a la que tenían mis dos abuelitas juntas el día de sus respectivos fallecimientos, pasados los sesenta y cinco años, entonces... Pero bueno, eso al lado de una lipoescultura, no es nada... y de verdad que la necesito.

sábado, 2 de junio de 2007

LOS ADIOSES


inevitables

con frecuencia brutales
desgarradores
o simplemente
así
como irse dando cuenta
de que no volverán aquellas tardes
de chismes y café
de risas enlazadas con nostalgia
y escenas de películas contadas
con el sol en la calle o el jardín

los paroxismos de los cementerios
o la cara pegada a una malla de aeropuerto
oxidada de lágrimas
viejas y repetidas
el impúdico dolor
que recogen las cámaras
y los fotógrafos de los periódicos
sin pañuelos que valgan
o simplemente
este silencio
en donde ayer estuvo aquella voz
esta penumbra gris
en el azul espacio que una vez fue tu luz

qué duele más
/pregunto/
qué duele más
acaso el desgarrón que exhibe sin pudor
la sangre del adiós
o deambular despacio y en silencio
por la antigua ciudad
entendiendo que estás
pero no estás

CULPABLE DE TODO


Cuando mi matrimonio se acabó, tuve que escuchar muchas opiniones –qué más quedaba – entre las cuales había algunas que me dejaban un poco pasmada:
  • “Se lo dejaste muy fácil”… ¡¡¡¿?!!!
  • “Algo le ha de haber faltado”… ¿Y a mí no?
  • “¿No crees que tú también tuviste tu parte de culpa?”… Noticia.
  • “Un hombre busca en otra parte lo que no encuentra en su casa”… Y una mujer se tiene que aguantar, seguro.
Bueno, en aquellos tiempos no estaba para ponerme a discutir. Oía, nomás. Pensaba. Vivía mi dolor y eso pone en desventaja a cualquiera. Pero cuando las heridas comenzaron a sanar, me di cuenta de que no solamente yo tenía la culpa de esa ruptura por los motivos anotados, sino que todas las mujeres a las que les ha pasado algo malo tenían la exclusiva de la culpabilidad, haya sido como haya sido el problema:
¿Te pega? Algo habrás hecho.
¿Te viola? Le provocaste.
¿Te abandonó? No le provocaste lo suficiente.
¿Te insulta? Porque te dejas, pues.
Y así… y lo más triste es que son precisamente las mujeres quienes repiten estos contundentes argumentos.
Las creencias populares hacen sentir que, de una u otra forma, la mujer es culpable de todo. Por eso me indignó una cuña radial de la Empresa Eléctrica Quito en donde un macho sabihondo le reclamaba a su esposa el excesivo pago de la luz como si ella fuera la única que prendiera focos, televisiones, planchas y calentadores en la casa. Por eso me indignó más todavía el dulce compañero que le recordaba a la madre de su hijo que ella tenía que hacerse una prueba del VIH porque podía “haberlo adquirido” misteriosamente y era su asunto solucionar cualquier problema derivado del hecho.
Y por eso me espeluznó escuchar en una radio capitalina, el otro día, a una señora anciana quejarse de que las presentadoras de televisión van muy ligeras de ropa, y que así no puede ser “después, si les violan, se quejan”, dijo la señora. Pero eso no me espeluznó tanto como la total aquiescencia de la conductora del programa, quien habló de lo necesario que es el pudor, de cómo las mujeres provocan a los hombres, de cómo los hombres son más instinto y deseo y caen redondos en la provocación…
Llamé por teléfono, pero me parece ocioso comentar el resultado de mis llamadas. Pienso que tanto la señora anciana como la conductora del programa tienen derecho a sus ideas y opiniones. Lo que me parece irresponsable es haber repetido, a través del micrófono, ante todos los oyentes, el dogmático lugar común de que es la violada quien provoca la violación. Ergo, ella tiene la culpa de todo lo que le puedan hacer.
En un país como el Ecuador, en donde los delitos sexuales están a la orden del día, en donde hay violaciones incluso dentro del matrimonio, en donde existen altísimas tasas de incesto, en donde el abuso sexual contra menores es una realidad tan dolorosa como frecuente, no se puede culpabilizar de esa manera a las víctimas de tan graves agresiones. No debería sorprendernos, entonces, que con frecuencia la madre de alguna niña menor de doce años abusada sexualmente por algún familiar adulto cacaree, indignada: “ella le provocó”. Tampoco debería asombrarnos que algunas mujeres tengan tanto temor de denunciar las agresiones sexuales de que pueden ser objeto ellas o sus hijos.
Y un punto más: me parece que la suposición de la “provocación” es también insultante para los hombres, pues los describe y los define como un descerebrado organismo repleto de hormonas causantes de impulsos incontrolables, tanto así que nada más ver una minifalda o un escote pierden cualquier rezago de control y se van con todo sobre la víctima que, ante tan grave incapacidad, se constituye en la verdadera agresora. Si yo fuera hombre y escuchara ese argumento, me sentiría muy ofendido, faltaba más.
Como dije en la llamada telefónica que hice a la radio: una mujer podría andar completamente desnuda por la calle, que nadie, si ella no quiere, debería ponerle un dedo encima. Desde los tiempos de Eva hasta nuestros días, a la mujer se le ha echado la culpa de cualquier cosa, comenzando porque le ofreció un trozo de manzana a un pobre incauto. Y lo que duele y estremece el alma es que, en los albores del siglo XXI, sigamos repitiendo públicamente los argumentos que han convertido este planeta en un verdadero infierno adicional para las víctimas de cualquier atropello o injusticia… y por supuesto, en un verdadero paraíso para ya sabemos quiénes.

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

compartir