faut dire
faut dire qu’ils ont ri
quand ils m’ont vu pleurer
faut dire qu’ils ont chanté
quand je les ai maudits
Jacques Brel
llueve en alguna parte
posiblemente en el corazón de verlaine
/o en el de serrat/
pero de seguro y más que nunca en el nuestro
a mares
y a cántaros
llueve
porque nos sentimos plenamente identificad@s con por lo menos dos canciones de brel
o hasta tres
porque conocemos a la perfección el significado de todas y cada una de las palabras del estribillo del
romance del curro el palmo
porque sabemos cómo suenan todos los tiempos y modos del verbo yanoteamar
conjugados por diversas segundas personas del singular
pero siempre dirigidos a un solo complemento directo
que es quien les habla
que nos pregunten sin miedo a equivocarse
sobre la bolsa de agua caliente y las medias de lana que nos abrigan en las noches
mientras nos abrazamos a una almohada
que averigüen nomás
sobre el sonido que hacen los pasos al alejarse por el pavimento
cada vez más alegres
y sobre cómo se ve por atrás la puerta que nos cierra en la cara al salir
alguien que asegura que nos lo merecemos todo
pero no nos lo puede dar
o de cómo se siente el frío de la calle y la negrura de la noche cuando es a nosotros a quienes nos toca irnos
sin percatarnos mucho de los camiones de la mudanza ni de los detalles logísticos
quién sabe a donde
ni para qué
durante algunos meses
adoramos a la pobrecita sylvia plath
y hacemos planes similares a los suyos
pero al rato nos agotamos
porque tampoco es para tanto
/aunque quién sabe
si la depre vuelve/
decimos que las lágrimas que no alcanzamos a esconder provienen de algún periódico desajuste hormonal
y proclamamos que ya no nos importa
nada
porque en el fondo tenemos miedo
y de seguro lo tendremos ya para siempre
miedo al fantasma de la fealdad propia que ni siquiera un apodo recién conocido de nuestr@ ex nos alcanza a curar
miedo a querer
porque el espectro del rechazo deambula por todas partes
y miedo a no querer
porque la equivalencia es estar muert@
y sin embargo
caminamos
a tientas
sollozando
desnud@s en la sombra y en la angustia
seguimos caminando
sin venderle ilusiones al catorce de febrero
ni a ninguna otra fecha
atendemos a los hijos
y recogemos cuerpos insepultos
de caídos en luchas similares
a ver si resucitan mintiéndoles palabras que conocemos bien
ya nunca llega nadie
y las medias de lana o la bolsa caliente se vuelven entrañables
nos cuesta
nos rebela
pelearle cada día a la certeza
de que la vida es algo siempre injusto
y vamos aprendiendo sin sentirlo
a darle derechazos a la envidia
sin preguntar si en esta lotería
nos tocará aunque sea un modesto reintegro
improbable
/¿imposible?/
y sin embargo
en medio del dolor y de la lluvia
sabemos del exacto valor de cada paso
que damos sin vencernos
después de tropezones y caídas
entre viejas mascotas y amigos cada vez más ídem
aferrando el calor de la familia
aprendiendo a reír y a disfrutar lo poco que nos queda
después de la resaca y el desprecio
ya sin pensar por nada en desmayar
ni siquiera una triste puta vez
por el camino a solas