sábado, 25 de agosto de 2007

ESTATUA DE MUJER

Ahora que las "revistas del corazón" vuelven a hablar de Diana de Inglaterra, a propósito de los diez años de su trágica muerte (una se pregunta, ¿por qué no hay un solo reportaje, texto, recordatorio o viñeta sobre la Madre Teresa de Calcuta?), también cumple diez años este poema, que comparto con ustedes:

maría
tú no eras una santa
como la madre teresa de calcuta

ni hermosa
ni princesa
como diana de gales

simplemente salías del trabajo
una tarde cualquiera
con dos niños pequeños de la mano
y otro más en el vientre
cuando el bólido aquel
terminó con la vida de los cuatro

te vimos una tarde en las noticias
y después te olvidamos
nadie fue a dejar flores ni recuerdos
en el sitio sin nombre
en donde el siglo XX te mató
ni lloró una semana frente al televisor
esperando el entierro

ante tu pobre féretro
desfilaron apenas
los humildes vecinos de tu barrio

después del funeral
el padre de tus hijos
se limpió algunas lágrimas
y pidió
una indemnización por cada uno

maría
quizá por que no eras
ni princesa
¿ni hermosa?
como diana de gales
o porque tampoco eras
/¿en verdad no lo eras?/
otra santa
como la Madre
teresa de calcuta

VACACIONES (II)

El Chimborazo.
Dicen que sobre él deliró Bolívar. ¿Soroche? ¿Delirio de grandeza? ¿Inspiración? Lo vimos, al pasar por el páramo de El Arenal. Enorme, inmenso, majestuoso. Lo habíamos visto, además, antes, hace años, cuando la estulticia y la ambición humanas aún no mostraban (aunque ya hacían) sus tremendos estragos sobre todo lo hermoso y vivo de este planeta. En esos momentos, el hielo podía llegar casi hasta la carretera y la montaña parecía venírsenos encima con toda su hermosura.

Ahora sigue siendo hermoso; pero se lo ve cansado, abatido porque su manto de nieve se ha ido encogiendo. Todavía inspira y estremece. Todavía nos hace sentir pequeños, casi nada, ante la majestuosidad de este país. Aún nos provoca ese orgullo inconmensurable de saber que vivimos en una tierra hermosa y pródiga.

Sin embargo, esa importante parte de su belleza que era la blancura de la nieve se ha ido encogiendo, dejando grietas, espacios de tierra árida. Y esa vista es la que por un lado entristece y por otro asusta. ¿Qué va a pasar? ¿Qué va a ser de todos nosotros cuando la montaña continúe ahí, enhiesta y majestuosa, pero el hielo y la nieve ya no la cubran? ¿Cómo se sentirá entonces el resto del planeta? ¿Qué más habrá desaparecido? Los animales, la vegetación, la vida tal como la hemos conocido (y destruido) hasta entonces. Y nosotros mismos, los humanos más y menos culpables del estropicio, ¿en dónde y cómo nos encontraremos?

lunes, 20 de agosto de 2007

TODOS LOS HOMBRES SON IGUALES

a esos hombres que precisamente marcan las diferencias

que algunos se hayan ido nadie sabe por qué
nunca querrá decir
que desconozca a veces el milagro de un hijo
o de un sobrino pilas
que me pueda olvidar de quien me rescató del dolor y la sombra
o de algunos que cantan como dioses

que alguien no haya encontrado más que monotonía
nunca querrá decir
que olvide la locura de todos los artistas
que iluminan mi sombra con palabras y notas
que estremecen mis ojos con colores y formas

que unos no hayan querido recoger esta miel
nunca querrá decir
que ignore la ternura y paciencia de un abuelo
o los pasos serenos de mi padre
el cariño de un tío
la infancia compartida con los primos
el humor de mi hermano
y el apoyo irrestricto de ese par de cuñados

y nunca
/pero nunca/
que eche de mi memoria al que ha llorado en mi hombro
al que me ha recordado la ternura
y aquellos años juntos
al que celebra todo lo que escribo
al que a veces me tira las orejas
al que no escribe tiempos
pero sé que está ahí
y a ti
quienquiera que tú seas
si te ves en la lista de estos hombres
o /quien sabe/
también
si no te ves

VACACIONES (I)

Este año hicimos algo diferente. Bajamos hasta Loja por la Sierra, y en lugar de optar por la Ruta del Sol, optamos por la Ruta de la Incertidumbre, es decir, decidimos regresar por el Oriente.

Más allá del jolgorio familiar y las vicisitudes propias de todo paseo, es importante hablar de lo que vimos: una serranía cuyas carreteras asfaltadas y en buen estado se terminan a la altura de Riobamba, por ejemplo. Luego, hacia Cuenca, extensiones de camino llenas de Baches y con el asfalto deteriorado y roto por todas partes. Así se llega hasta Loja, con dolor de espalda y bastante maltrechos. Y es una lástima, porque se llega a una cuidad hermosa, organizada, que en medio del abandono ha pretendido crear sus propias normas y establecer sus propios límites. Una ciudad con historia, con sitios agradables, con interesantes museos, pero lastimosamente un poco aislada por el mal estado de las vías de acceso a ella.

Un punto interesante: la entrada al parque nacional Podocarpus. Un lugar realmente precioso, pero igual: aunque existen senderos "autoguiados" con buena señalización, sería bueno que en el parque estuviera alguien con quien se pudiera hacer recorridos con más información, aparte de los letreros y carteles que se encuentran por el camino. Aunque disfrutamos enormemente de este paseo por el parque, íbamos tres mujeres adultas, un adolescente y otros tres niños, de los cuales dos eran menores de diez años. En estas circunstancias, siempre cabe la posiblidad de una caída, un accidente, y fue evidente que, al ser un día de semana, estábamos absolutamente solos en el parque, a veinte minutos en auto de la garita de la entrada y sin comunicación posible por teléfono celular o cosa parecida. Son cosas que podrían parecer insignificantes, pero que en un momento crucial pueden marcar la diferencia entre la diversión y la tragedia.

El regreso fue un paseo de aventura del tipo rally París-Dakar. Recorrimos el Oriente desde Zamora hasta el Puyo en una maratónica jornada dominical en la que el auto quedó convertido en un lodazal ambulante. Sin embargo, respecto de las carreteras y caminos en el Oriente mismo, me late una duda: ¿hasta qué punto es bueno que se abran carreteras que -quién sabe - no tardarían en convertirse en vías de invasión y extracción de recursos?

Bueno, es mucho más lo que hay para contar de estas vacaciones; pero por el momento, dejémosolo ahí.

Y piénsenlo...

jueves, 16 de agosto de 2007

A VECES EL VERANO MUERE EN JULIO

te veo
a quienquiera que seas
colgado de una viga por un pie
y dando volteretas
oigo
las verdades de hielo
las noticias macabras de un pasado que nunca será mío
y sin embargo rompe las entrañas
camino
un ángel negro me seduce y desaparece
/no importa
soy feliz en tanto dura/
más allá me intercepta
la noticia del suicidio de una joven poeta de veinte años
a quien no conocí

la madurez es esto
supongo
ya no quiero llorar
pero lloro
sin saber exactamente de qué
llueve en mi julio personal como en cualquier abril de mi pasado
gotas grandes
granizo
cuerpos de ranas verde esmeralda sobre los parabrisas y las alcantarillas
llueve también
por último
la calma
y comprendo por fin
que el tiempo de crecer no se termina
aunque duelan los huesos y crepiten las venas
detrás de los latidos imparables

viernes, 3 de agosto de 2007

MI CUERPO

mi cuerpo nació muy pequeñito
como todos los cuerpos
engordó
creció
enfermó y sanó
enviudó de sí mismo varias veces
otros
no lo quisieron
muchos lo contrapusieron a mi inteligencia
que igual les asustaba
o a mis accesos de bondad patológica
que siempre han dado risa /incluso a mí/
y por eso se fueron
pero aquí está
conmigo
acompañándome por el camino absurdo
de mi edad madura
caminando
con dolor de rodillas
y dándome algún susto de vez en cuando
como le corresponde al cuerpo de alguien
que vive de la invención
y los juegos de palabras
tuve que amarlo al fin
pues fue el único que accedió a crear su placer
más allá de mis propias carencias
y conflictos
más allá de los otros
y de mí misma
tuve que recorrerlo en soledad
y cobijarnos juntos
en las noches después del abandono
no se ven
como en el alma
las cicatrices oscuras del desprecio
o las huellas heladas del dolor que no se cuenta a nadie
apenas la salida de los hijos
uno que otro lunar
pocas arrugas
y quizá algunas pecas
pero es mío
está aquí
funciona y no se enferma con frecuencia
por eso
finalmente
nos pedimos perdón
y nos queremos bien
y aunque a veces me venzan la gula o la desidia
/no crean/
hacemos buen equipo para todo

LA SIMPLEZA DE LO ESTREMECEDOR

Sobre la poesía de Pedro Aznar
No voy a hablar sobre el hombre capaz de tocar una alucinante melodía en el bajo con el mango de un destornillador. Tampoco voy a recordar al guapo ex integrante de “Seru Girán” o “Madre Atómica”. Ni voy a referirme, salvo este instante, al sorprendente y amplio registro de su voz. No voy a recordar, sino de refilón, su genio musical, su versatilidad y su calidad interpretativa, porque ahora quiero referirme exclusivamente a una faceta suya no menos valiosa e interesante: la de poeta.
No quisiera quejarme de las librerías quiteñas porque no las he recorrido todavía en busca del libro de poemas Pruebas de fuego que aparece en su sobria página de Internet (www.pedroaznar.com.ar). Pero estoy casi segura de que no lo encontraré. Por suerte, las muestras que da esta misma página son suficientes para hilvanar algunas palabras (siempre inexactas, siempre insuficientes) al respecto.
La poesía de Pedro Aznar (Buenos Aires, 1959) emociona desde un tono que podría llamarse –con reservas – conversacional, desde una aparente falta de elaboración o de una engañosa sencillez. Dice, por ejemplo: “Nunca te vi llorar./ Ahora que lo pienso,/ nunca”. Sin embargo, luego, esa apreciación escueta y desnuda estalla en una pregunta retórica, aunque también ansiosa de respuesta: “¿Qué pobre ventaja conseguís/andando por la vida/ torciéndoles los brazos a las hadas,/ apretando los dientes?” [Nunca te vi llorar].
Más allá de las apreciaciones lingüísticas y de registro literario, los poemas de Aznar cumplen con las que considero dos funciones fundamentales de un trabajo poético de calidad: sugerir y, en lugar de decir, hacer sentir. Sus palabras van trazando escenas cuyos detalles deben ser inevitablemente completados por un lector o lectora que no se resistan a participar en el acto creativo del disfrute literario:
Me quedo viendo, encadenado a la fragancia,
la inconcebible explosión
del blanco sobre el verde
flotando, abandonada,
por el diminuto mar
de exacta calma.
[Cuatro jazmines]
Y sus versos, aparentemente llanos y desprovistos de ripio y arabescos, conducen a complejos universos sensoriales y emocionales que inmediatamente impregnan y despiertan la sensibilidad de quien los enfrenta:
Domingo por la tarde

El cielo se acerca
para oír las campanas de la iglesia
¡Ah, tan distante
y tan presente en mi corazón!

¿Cuál será tu nombre
después de la lluvia?
[Después de la lluvia]
No puede Aznar desentenderse del mundo, ni dejar de manifestar sus posiciones vitales y éticas con fuerza que está a un “tris” de caer en el planfleto, pero que sale airosa y rejuvenecida del ejercicio, como en su estremecedor texto Hasta hoy, del que cito un par de fragmentos:
Muy bien,
he aquí lo que he visto
hasta hoy:
Cada cuerpo un bastión de "lo mío-que jamás será
lo tuyo ni lo nuestro";
miedo incontrolable: miedo ciego
a abrir la puerta y dejarnos ver
unos a otros
que estamos desnudos;
procesiones incontables
corriendo atrás del amor ideal, un fantasma que siempre se disuelve,
siempre,
al dar vuelta a la esquina;
Pero detrás de su asco por un mundo de falsedad y miedos, el poeta también tiene ojos para la lucha de los que no caben en ese mismo saco:
He visto, también,
los que no cejan:
buscando a tientas;
aferrándose (o soltándose) al centro en las mareas cambiantes;
dejando un tenue rastro del perfume inconfundible en los vientos furiosos;
librando, cada día, la batalla más difícil, la única noble,
la de adentro;
borrando con su propia sangre los dictados negros (propios
y ajenos);
equivocándose, equivocándose y volviendo a empezar;
dudando de su fuerza, pero ofreciendo el pecho;
sabiendo que está todo por hacer, y que tendrá que ser hecho
cada vez
por cada uno;
templando su coraje en la negrura más espesa de la noche.
La capacidad sugerente de Aznar se vuelve casi magia al describir relaciones y afectos con el mínimo de recursos necesarios que, sin embargo, en su minimalismo, impactan con una tremenda fuerza:
somos dos en esta habitación
y sobran camas
incómoda presencia
que parece burlarse del peso
de la corporeidad
[Dos pasajes a la noche]
Y sus ídolos (George Harrison, Yukio Mishima) reciben homenajes en donde la sobriedad no es más que un inteligente y sensitivo recurso para intensificar la emoción.
Como dije al principio, mis palabras siempre serán insuficientes e inexactas ante una obra de tanta calidad literaria y también humana, en donde se conjugan la brevedad, la sencillez, la inteligente economía de recursos innecesarios, así como un manejo muy acertado de los mecanismos poéticos para despertar la emoción y la sensibilidad. En el campo afectivo, se podría decir que Pedro Aznar se acerca al desenfado erótico de Kavafis, y supera con mucho la atormentada culpa de García Lorca o la rabia y el inconformismo que anidan en los versos de Cernuda.
Por todo eso, me parece que los libreros quiteños y ecuatorianos en general harían bien (si no lo han hecho ya) en buscar, adquirir y comercializar este tipo de obras.
Y un último apunte: desde que descubrí a este gran artista, se me ha ocurrido que debería ver cómo se cambia el apellido, para evitar equívocos vergonzantes; pero ahora pienso que no, que el que debería hacerlo es el otro, pues con la maravilla de su arte y su poesía, Pedro Aznar no solamente dignifica su nombre, sino también nuestra necesidad de referentes en un mundo caótico y desarmado ante la rabia y la ambición humanas.

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