domingo, 27 de enero de 2008

SOLO LA CALLE VACÍA

no debería temer
he recorrido sola la mayor parte del camino
y no he caído
más de lo estrictamente necesario
como para poder seguir andando
con más cuidado

sin embargo
los años se acumulan en el cuerpo
y disminuyen en la esperanza de futuro
y a veces pienso que podría ser tan lindo
recorrer lo que falte
asida de otra mano

que no vendrá
ahora lo sé

ya
no quisiera sentir este frío de humedad entre los párpados
cuando hablo de estas cosas
ya
no quisiera
tener que detenerme al decir esto
antes de que la voz se resquebraje

aprender
a mirar
solo la calle vacía
y decidir
sonreír
y caminar con garbo
/aunque a veces el frío y la humedad
hagan saltar de pena las articulaciones/
sin hacerme problema
disfrutando
la lluvia
el sol
la gente y el paisaje
por las pocas
o muchas
veredas
que me queden

"MI" ECUADOR

Amo a mi país.
Lo suficiente como para entender que es una realidad más allá de cualquier bandera, escudo, himno o icono de cualquier clase que pudiera representarlo y que no hace más que eso, representar una realidad mucho más compleja y diversa que el simple amarillo azul y rojo, salve oh patria o cóndor con las alas desplegadas.
Amo a mi país.
Lo suficiente como para que me duelan las palabras y comentarios de quienes se han ido al extranjero, por el motivo que haya sido, y regresan a comparar y a descalificarlo todo per se demostrando así solamente la tremenda inseguridad del ecuatoriano promedio, sea de la clase social y económica que sea.
Amo a mi país.
Lo suficiente como para aceptar que en su seno existen personas de diversas tendencias ideológicas, todas respetables, como cualquier pensamiento o sentimiento de las personas que, con ánimo bien intencionado las profesan, y también todas espúreas, como cualquier ambición o interés particular de las personas que siempre tratan de pescar a río revuelto y de aprovecharse de cualquier situación para su beneficio personal.
Amo a mi país.
Lo suficiente como para que me angustien la miseria, la pobreza y la desigualdad que han marcado la mayor parte de su historia y que se siguen reciclando día tras día y que la caridad (bien intencionada en algunos casos, quién sabe en otros) intenta paliar, no más que eso, porque en el fondo sé bien que la filantropía no se haría necesaria si hubiera verdadera justicia y equidad.
Amo a mi país.
Lo suficiente como para comprender bien que no es solo 'mío', sino de todos. Lo suficiente como para aceptar que mis deseos, opiniones y tendencias políticas no son la verdad absoluta y que en una democracia siempre cuenta -aunque no sea la mejor - la opinión de la mayoría. Y que si la mayoría, por fin conscientemente y después de mucho equivocarse y mucho sufrir, opta por alguna solución con la que no esté totalmente de acuerdo, por algo será.
Amo a mi país.
Lo suficiente como para no aterrorizarme ni emperrarme por iconografías y símbolos que en el fondo y desde siempre solo fueron producto de la angustia de los más pobres mal utilizadas por la ambición de los más ricos, lo suficiente como para leer entre líneas las opiniones de todos los que opinan, y también el silencio de todos los que se callan.
Amo a mi país.
Por eso me quedo. Por eso busco las cosas buenas que esconde entre los recovecos de sus supuestos 'defectos'. Por eso no lo llamo 'mi' Ecuador. Porque amarlo también es entender hasta la médula de los huesos que no me pertenece solo a mí, ya lo dije. Y porque sé que, si de alguien puede ser, sería de todos aquellos anónimos ecuatorianos que lo construyen día a día desde la miseria, la angustia y el sufrimiento, sin atreverse ellos tampoco a llamarlo 'mi' Ecuador, aunque habrían tenido que ser desde siempre sus legítimos, verdaderos y auténticos dueños y propietarios.

miércoles, 23 de enero de 2008

MULTI ELEGÍA

hoy se llama heath ledger
ayer
janis
o jimi
o simplemente jim
¿marilyn?

lo tienen todo
lo que quisieran los demás mortales
dinero
fama
juventud
belleza

y sin embargo
también les falta todo
otro alguien en la cama
como a muchos y a muchas
que sin embargo
seguimos viviendo

o
quizá
después de los regalos
superfluos de la vida
les falta libertad
para ser
simplemente
lo que es la flor que se abre en la mañana
o el árbol
que se orilla en el camino

nadie sabe por qué
sencillamente
dejan una herencia
de rostro bello
y corazón desnudo y lastimado
como el nuestro tal vez
como el de todos
los que no escogemos
la libertad suprema
de elegir
el momento de la muerte

QUE TRATA DE LO QUE EN ÉL SE VERÁ

Desde que, hace algún tiempo, una persona muy querida para mí me dijo que me estimaba mucho a pesar de mis ideas políticas decidí que no iba a escribir más sobre el tema político si no era estrictamente necesario. No quería poner a esa persona -y a otras - en el doloroso dilema de seguirme o no queriendo por pensar o no de la misma forma, dilema en el que, por otra parte, yo jamás he estado, sobre todo respecto de mis verdaderos amigos, piensen como piensen.
Sin embargo, aunque para mí el cariño de mis amigos y amigas es una cosa imprescindible, ahora, a riesgo de perderlo, no me puedo callar. Y no me puedo callar porque el rumor del lloriqueo me está comenzando a hartar.
¿De qué nos quejamos?
Nos quejamos por los impuestos, y siguiendo una antigua tradición ecuatoriana, nos quejamos "de oídas", sin saber por qué, pero sabiendo bien para qué. ¿Sabemos, por ejemplo, cómo se aplicarán las regulaciones de los impuestos sobre las herencias? Sería de alegrarse, por una parte, pues de un tiempo acá resulta que casi todos los ecuatorianos vamos a heredar, individualmente, cincuenta mil dólares o más, y por eso temblamos y lloramos y hacemos rechinar los dientes a coro en el momento en que nos van a "quitar" nuestras fortunas. Obvio que el patrimonio proviene de un trabajo (en un considerable número de casos, ojalá), pero ese patrimonio también se construye en un país, en un medio social, en un ámbito en el que algo se debe devolver a la sociedad y a la comunidad a la que se pertenece. Además, si este es un país de gente taaaaaaaaaaaaaan millonaria, ¿por qué nos quejamos tanto?
Nos quejamos de que nos van a cobrar impuestos por dar de comer a nuestro perro, a nuestro gato, a nuestro caballo (los que tienen caballo). ¿Y? ¿Acaso no hemos advertido, por ejemplo, a través de nuestros ojos velados por el llanto, que se está invirtiendo dinero en mejorar la salud pública, la educación, la capacitación de médicos y profesores? ¿Nos duele tanto eso?
Alguien se queja de que no hay libertad. Yo no me he dado cuenta. Ando por la calle tranquilamente. Trabajo. Escribo. Vivo con mucha más paz en el corazón que en tiempos de León Febres Cordero, Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad o Lucio Gutiérrez. Incluso, si quisiera (y pudiera) irme del país, ahora mismo sería un poco más fácil con esto de que ya no tengo que sacar permiso de salida, por ejemplo.
Y bueno, así como nadie se lamenta porque tengan en un montón de bancos la imagen de la Virgen Dolorosa y se sigue usando los bancos sin decir nada contra esa velada y artera mezcla de religiosidad y manipulación psicológica, ¿por qué nos asusta tanto una solitaria bandera con la hoz y el martillo en Montecristi? Tanto la Virgen Dolorosa como la hoz y el martillo no son más que símbolos de creencias a las que todo el mundo tuvo alguna vez y todavía tiene derecho, aunque hayan sido también -los dos - símbolos de fanatismos y otras cosas peores.
Observo a los que aúpan la protesta. Se quejan de que no hay democracia, pero si nos ponemos a ver la cantidad de votos que obtuvieron en alguna elección en la que participaron me doy cuenta de que su concepto de democracia es algo bien difícil de homologar con lo que la mayoría de electores entendemos como tal. También advierto, con un poco de temor, que la idea de bien común en ciertos ámbitos se parece demasiado a mientras a mí no me toquen, pues el bien común, entendiéndose por común el bien de los que no heredarán más de cincuenta mil dólares y tampoco tienen caballo, que yo creía que eran la mayoría, exige que quienes siempre han disfrutado de ciertas excesivas comodidades cedan un ápice de lo suyo a los que necesitan más, así como se cede el asiento en el bus a la señora que tiene un niño en los brazos o el vientre, al anciano, al hombre que usa muletas.
Es triste que cuando las cosas comienzan a mejorar para todos en un país la gente solamente se fije en aspectos de forma. Es triste que cuando se comienzan a atender necesidades básicas de la gente más urgida, los que nunca necesitaron nada quieran aferrarse a toda costa a sus privilegios. Es triste que no veamos más allá de nuestras narices (nuestras herencias abultadísimas, nuestros mezquinos placeres burgueses, nuestras trasnochadas hipersensibilidades, algo tan quiteño, por otra parte).
Por eso, mañana y todos los días jueves me podré una prenda verde.
Porque no heredaré más de cincuenta mil dólares y sé que tampoco podré dejar esa herencia a mis hijos, aunque si algo he hecho en la vida ha sido trabajar.
Porque no tengo caballo.
Y porque quiero a mis amigos y amigas sin fijarme en cómo piensan mientras no piensen en cometer algún crimen de lesa humanidad.
Ah, y porque a pesar de todo tengo esperanza.

sábado, 12 de enero de 2008

SALVOCONDUCTO

no temas
soy la de ayer
la que te trajo un manojo de dolores
como tantos y tantas

no temas
soy la de nunca
la que peleó con todos los dioses del anhelo
y aprendió simplemente a aceptar

no temas
soy solo yo
la que quiere ver si encuentra
la llave
del candado
de la puerta
de tu alma
y hallar algún cojín donde sentarse
sin invadir
y sin tomar ventaja

no te escondas
no huyas
tan solo soy una alguien
que también aprendiste a querer
quizás un poco a tu pesar

no temas
soy la que tú curaste
¿recuerdas ese bulto cubierto de llagas
que no te quiso mostrar jamás su llanto
solo por el orgullo
y la vergüenza?

soy la de siempre
afrodita un poco venida a menos
tal vez
una sombra que se quiere encender
para pagar así la deuda inmensurable

no pido nada
ya no quiero nada
tan solo estar
y ser
la hermana de la rosa que escondes en tu pecho

si se puede pasar…

lunes, 7 de enero de 2008

EL SERRAT, LLORANDO

Es sabido que en el cierre del último concierto de "Dos pájaros de un tiro" en Argentina, Serrat no pudo contener el llanto. Cuando vi en el Youtube esa escena, y más allá de que dichos recitales me hayan gustado o no, yo tampoco pude evitar conmoverme, y esto es lo que brotó de aquella 'conmoción'... no cerebral.

para mi Joan

(el Baeza), claro
¿de qué hablan
esas lágrimas
que no son de película
ni de cartón piedra?

¿de haber nacido
en un país herido
escindido por una vieja guerra
fratricida y horrenda
hace ya tanto tiempo?

¿de qué viejas lastimaduras
de qué miedos
de qué agradecimientos
y de cuán inclementes alegrías
hablan
esos ojos
que han visto tanto
y que queremos tanto?

Nano
pequeño Noi del Poble Sec
que nunca ya verás mis ojos
ni sabrás que estuvieron
persiguiendo los tuyos
en la tenue pantalla del youtube
compartiendo tu llanto
sin
saber
bien
por qué

Nano: chico, muchacho. Se dice /nanu/
Noi: niño, guagua, por decirlo del modo familiar y más exacto.

NO SER DEL MUNDO

No matriculé el auto.
Debería sentirme culpable, pero por más que hago, no puedo.
Ando a llevar un sobre manila con lo que podríamos llamar la matrícula 'en bruto': los papeles del traspaso de dominio, el revisado del Municipio, los recibos del banco e incluso del pago de la multa por no haber matriculado el carro.
Me acuerdo mucho de las palabras de uno de mis ídolos, aunque ni siquiera esté segura de su existencia histórica: "Mi reino no es de este mundo". Yo no tengo un reino, y a este paso lo más probable es que no lo tenga nunca, pero quizá, como persona, lo más probable es que no pertnezca a este mundo.
No manejo bien el dinero. No sé bien los órdenes de los trámites. Pago los impuestos prediales cada tres años, con el consiguiente derroche de multas e intereses. Me entero de todos los requisitos administrativos para cualquier cosa tarde, mal o nunca.
Antes vivía agobiada con esto. Y ahora a veces todavía me siento un poco mal, pues daría mucho de mí por ser como esas personas que tienen todos sus papeles en regla, todo en orden en un hermoso fólder de acordeón de donde, cuando se les pide por ejemplo una factura del agua del año 1998, mes de septiembre, la extraen y saben además que en ese mes gastaron más agua que, por ejemplo, en el mes de noviembre de 2002. Nunca se les escapa una factura, una retención en la fuente, un iva recuperado. Yo las envidio, pues vivo en el despelote, pagando multas, agobiada porque ya mismo se vence algo (una deuda, un plazo de revisión vehicular, una fecha límite para la entrega de un concurso...).
Sin embargo, cuando más agobiada estoy, me da por preguntarme: ¿mismo será de vivir así? No quiero ser mal interpretada. Supongo que tanto papel, tanto plazo y tanta regulación ponen orden en lo que de otra manera sería caótico, desesperante, y, dada la naturaleza humana, conduciría a un sinfín de abusos, estafas y problemas. Pero tengo la impresión de que toda esa burocracia, esos requerimientos, ese orden del mundo... ¿no será lo que contribuye a que seamos a veces tan infelices? El planeta entero vive quejándose del estrés; pero al mismo tiempo se crean tantos modos de reeditarlo y reciclarlo que más bien parece que nos gusta, que sin él no podemos vivir.
En fin, lamentablemente no tengo reino, pero si lo tuviera tampoco sería de este mundo. Sería, posiblemente, de un mundo menos complicado con tanta cosa, menos papeles, menos trámites, más perdón para los despistados...
Y quizá por eso mismo nos va tan mal en el mundo a los que, sin tener reino, pensamos que, si lo tuviéramos, sería de otro mundo.

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