miércoles, 24 de junio de 2009

...

de vez en cuando
así como la sombra de una sombra
apenas
el ala de un insecto para nada despreciable
mariposa
libélula
caballito del diablo que no le apuesta al mal
se deja ver
entre todas las cosas de la vida
tu corazón de niño
que lo mismo
puede llorar de emoción
ante la imagen de un perrito querido
como palmotear de felicidad
sin más motivo
que un poco de oraciones gramaticales
engarzadas en una buena noticia
asustarse
temblar
reír
y sobre todo
dejarse amar
un poco
sin defenderse
mucho

martes, 23 de junio de 2009

carta a pedro aznar, mientras canta "milagro de los peces"

Soy feliz.
¿Por qué se lo digo?
Porque ahorita mismo es usted quien me hace feliz.
De repente me hace olvidar o dimensionar de otra manera todas las cosas que pasan por mi vida y por mi país y por todas partes.
El dolor de rodilla que me ha atenazado durante estas últimas semanas.
Mis crisis familiares.
Mis penurias económicas.
Las broncas al uso de la política y los medios en las que la mezquina historia cotidiana se desenvuelve.
Lo oigo cantar y soy feliz.
Así, sencillo.
No sé si usted vaya a leer esta carta.
No sé si le importe que se la escriba.
Y la verdad, creo que a mí tampoco me importa.
O sea, ya no me importa el autógrafo, la respuesta a la carta que se puede mandar como una fan más de un artista admirado y querido, la mirada desde el escenario que siempre podemos creer dirigida a nosotras cuando en realidad quizá solamente estaba esquivando una luz demasiado fuerte.
No.
Tampoco me importa que en los medios al uso de nuestro país haya un poco de gente que se cree la mamá de Tarzán y de seguro ni siquiera sabe que usted existe.
No.
Es sencillamente el gusto de escuchar una canción en la soledad de mi aula mientras intento planificar unidades y lecciones para el año que viene. Es el gusto de sentir que la música de repente entra en la sangre y se mueve, y alimenta la piel y el corazón desde adentro y también desde afuera. “Milagro de los peces”, se llama la canción. Y eso es: como el milagro de los peces que hizo Jesús al generar solidaridad en unas pobres gentes polvorientas e ignorantes para llevarlas a compartir de una su hambre y su pan. Así también la música se vuelve a la vez hambre y alimento y galope por la sangre y atisbos de ternura y deseos de más aún, más.
Quizás alguien –muchos– piensen que estoy loca por escribir esto en medio de las crisis de varias formas y grises que pueblan el planeta, el continente, el país y la vida. Y lo más probable es que lo esté. Pero qué linda locura esta de poder en algún momento abandonarse y ser una con los sonidos que inundan el ambiente. Y acercarse así a algo que se parece bastante a la totalidad buscada en una gran parte del camino y encontrada solo a trechos en medio de pilas y rumas de obligaciones, desaciertos, trabajos pendientes y también la cuota de desconsuelos.
Querido Pedro Aznar que tal vez nunca lea estas letras y quién sabe si en el fondo le interese: esta carta, artículo, papel virtual o lo que sea es solo para decir gracias. A usted, y a todos los que se visten de música por motivos personales, claro está, pero que con esa música pueblan los vericuetos de las vidas cotidianas de las personas que, como yo y como tantas y tantos, andan por ahí a veces bien, a veces mal, a veces contentos, a veces en el agobio de la supervivencia cotidiana. A veces entre sonrisas y otras tragando lágrimas.
Querido Pedro Aznar: hace más de dos mil años alguien hizo el milagro de los peces. Al menos, eso dicen. Y ahorita, aquí, en una sencilla aula de un anónimo colegio sin estudiantes ya, comenzando un verano que se presenta incierto, también usted hace el milagro de encender el día con la belleza que no puede tener precio ni nombre.

viernes, 5 de junio de 2009

pequeño saltamontes

no va por ti
sino por todo
el que aparentemente
ya no quiere seguir

¿qué conduce
la mano a la soga
la soga al cuello
y el cuello al final del camino?

te recuerdo
con tu vieja mochila polvorienta
kwait chang caine
recorriendo el sendero en blanco y negro
de la vieja tv del cuarto de mi madre

te veo cantar
sobre un vagón de tren
woody guthrie de celuloide
y correr para huir
de lo que incuba el huevo de la serpiente

siempre admiré
tus movimientos gráciles
tu cuerpo de gacela
tu mirada tranquila
y esa serenidad desmedida en tu voz

tal vez
con esa misma calma
entreviste
que ya no había para qué quedarse

rara cosa la muerte
que no arranca ese asombro desolado
sino solo silencio
y respeto
a la decisión única
de quien
se acerca al fin
entre la dignidad y el desconsuelo

jueves, 4 de junio de 2009

tarot



para Pancho
imágenes
tan solo
de lo que puede ser

el impenetrable viaje del alma
un poco al descubierto
pero con el mínimo de discreción necesario
para no asustar

espejo
eco
camino

a veces demasiado obvio
como para comprender

a veces
seductor misterio
para enamorar

a veces
mensaje enviado en una botella
para rescatar
la sal y la luz interior

mi mano
en un corazón ajeno
y la llave del mío
en otros ojos

lunes, 1 de junio de 2009

dieciséis años

lo que fue
tenerte dentro de mí
sin estrago ni daño
y más tarde tu boca pequeñita y ansiosa en mi pecho
después
tu mano dentro de la mía
tus medias palabras
tus palabras completas
tu sonrisa y tus ojos

esos animalitos que te inventabas
el dinosaurio vampiro
la serpiente lagarto
y el tiburón fantasma

tu dolor
y la violencia que sin querer viviste
el amor
que sea como sea siempre te quisimos dar
tus certeras frases de niño lúcido
tus pasos no siempre firmes
tu miedo
y los meses oscuros
de angustia y de presagios

lo que fue
desgarrarme las entrañas
para poder curarte

lo que es ahora
mirarte sonreír una vez más
como creí que nunca volvería
y saber
y sentir
que las cosas no pasan porque sí
que vives
que comprendes
que todos aprendimos
y que sigues
y nosotros contigo

dieciséis años

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