yo conocí una ciudad
llamada Buenos Aires
si volviera
en abril
tan solo a caminar sobre las hojas del otoño
y respirar
el aire de mi infancia
la música de tango en el patio de la lavandería
y la pampa argentina en un claustro quiteño
en los viejos casetes de mi tía
que me hablaban del río paraná
/esa cinta de plata en el atardecer/
lugares que la fantasía de la infancia construyó
así
sin equivocarse demasiado
amores de otros tan contrariados como serían los de una
y las casas tomadas
y hasta el horror sangriento de los desaparecidos
que ardió en el corazón como tizones
para luego llegar
a los pequeños sitios conocidos de oídas
como viejos amigos que se encuentran de nuevo
en el compañero timbre nostálgico de un bandoneón
y el llanto hecho canción
para no pasar mal los malos tragos de la vida
cómo no amar todo eso
cómo
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