domingo, 8 de abril de 2018

dos cuerpos de hombre en la penumbra


nadie lo sabe
                    nadie
ni la madre que auspicia muchachas intachables
ni la mejor amiga que apenas lo sospecha
ni la novia oficial que en la noche se pregunta
por qué demoran tanto en llover azahares

nadie lo supo
                     nunca
ni los amigos de la infancia
que jugaron distinto en todos los recreos
ni los compinches de la adolescencia
que hicieron del deseo volátiles abrazos
ni el hambre
ni  la sed
ni el repetido insomnio torcido en negación

pero la verdad es una saeta que agujerea los sentidos
el ansia que arrastra a los tocadores de caballeros
el guiño apenas perceptible al joven mesero de la cafetería
el tenue roce de los dedos al recoger el vuelto y la factura
y estar siempre rodeado de muchachos acuciosos
que al ennoviarse apuñalan por la espalda
sin siquiera sospecharlo

ha llovido en el mundo y ya nada es pecado
pero tampoco es fácil
eso del desembozo y el clóset entreabierto
gritar "¡yo soy!" es cosa de los dioses
y ya se sabe
los hombres no lo son
por más que cada tanto se den una escapada
para ir a florecer igual que negros tulipanes
ávidos y entrelazados
/dos cuerpos de hombre en la penumbra/
mientras cualquier domingo de abril
amanece sin tregua
bajo la lluvia
en la ciudad convento 

2 comentarios:

Unknown dijo...

Que bello, delicado, sutil y.profundo texto... me encantó. Gracias por los violines de las palabras y los vacíos profundos de las emociones: Dolores, cómplices y HUMANAS. Abeazos grandes querida Lucrecia...

Lucre dijo...

Gracias :)

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