miércoles, 25 de abril de 2018

ahoraquí


¿qué pediré ya para mí
ahora que sé que el amor de película
ya me ha sido negado para siempre
que el deseo de salud por alguien que amo
tal vez sea solo una quimera más?
¿qué pediré ya para mí
si comprendo que el perdón a nadie redime
y que el pecado es tan solo errar el tiro?
¿qué pediré para mí ahora
que cada mañana que se levanta es un regalo
con trazas de condena
que mi cuerpo comienza a desmayar
entre el paso incansable de los días
y que el cansancio se hace piel en cada nuevo instante?
 

como dije otra vez
tal vez lo tuve todo en otro orden
mi corazón aún late
y mis ojos se extasían en cada flor que nace
o ante la dulce sonrisa de un niño
¿pero qué pediré
si ya no queda nada?
tal vez solo la paz
y dejarme llevar hasta un buen puerto
por este acuoso río de minutos
en donde todavía pide auxilio
antes de ahogarse de una vez por todas
el oculto sentido de la vida

domingo, 8 de abril de 2018

dos cuerpos de hombre en la penumbra


nadie lo sabe
                    nadie
ni la madre que auspicia muchachas intachables
ni la mejor amiga que apenas lo sospecha
ni la novia oficial que en la noche se pregunta
por qué demoran tanto en llover azahares

nadie lo supo
                     nunca
ni los amigos de la infancia
que jugaron distinto en todos los recreos
ni los compinches de la adolescencia
que hicieron del deseo volátiles abrazos
ni el hambre
ni  la sed
ni el repetido insomnio torcido en negación

pero la verdad es una saeta que agujerea los sentidos
el ansia que arrastra a los tocadores de caballeros
el guiño apenas perceptible al joven mesero de la cafetería
el tenue roce de los dedos al recoger el vuelto y la factura
y estar siempre rodeado de muchachos acuciosos
que al ennoviarse apuñalan por la espalda
sin siquiera sospecharlo

ha llovido en el mundo y ya nada es pecado
pero tampoco es fácil
eso del desembozo y el clóset entreabierto
gritar "¡yo soy!" es cosa de los dioses
y ya se sabe
los hombres no lo son
por más que cada tanto se den una escapada
para ir a florecer igual que negros tulipanes
ávidos y entrelazados
/dos cuerpos de hombre en la penumbra/
mientras cualquier domingo de abril
amanece sin tregua
bajo la lluvia
en la ciudad convento 

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