domingo, 10 de junio de 2007

ENCIMA DE POBRES, FEOS


Este título no es mío. Lo vi en una página de "Otro mundo es posible", y me dejó pensando. El artículo hablaba de los programas tipo "Cambio Radical" y de tales, en donde prevalecen los modelos estéticos occidentales y eurocentristas para "reconstruir" el aspecto de personas que no entran en esos cánones y ayudar (nadie sabe cómo) a que "sean ell@s mism@s", tengan más seguridad y les vaya mejor en la vida.
¿Hasta dónde tenemos metido el modelo de un "deber ser" estético, corporal, físico? Una persona muy querida para mí, de gran corazón y mucha generosidad, ha repetido varias veces, al referirse a estudiantes suyas de una universidad estatal, la expresión: "es morenita pero bonita". Y claro, ahí la palabra clave es ese pero, que indica que solo en este caso, y en otros muy excepcionales, los adjetivos morenita y bonita pueden referirse a la misma persona.
Vivimos en un medio en donde las personas se empeñan, por ejemplo, en ser rubias. No importa a qué etnia pertenezcan. No importa que su rostro delate lo falso del color de su cabello. No importa que un mes después del tinte tengan una mancha negra de un centímetro de largo en las raíces de toda su cabellera que grite desaforadamente "¡ella no es rubia!". Lo que importa, supongo, es sentirse rubia.
También vivimos en un medio en el que las narices aguileñas no tienen buena prensa. Muchos de quienes poseían una nariz "de Sucre", que da cuenta de una poderosa personalidad y sirve muy bien en el momento de ponerse los lentes, ahora han decidido que su modelo es Michael Jackson, y allá van, a pasar diez días con los ojos morados, no importa. Pero ojo, que no me refiero a la nariz del señor Jackson cuando era un agradable niño de raza negra, la voz más aguda de los Jackson Five. Estoy hablando de la actual nariz de Michael Jackson. Eso que ni la Barbie más pintiparada puede exhibir con la misma soltura que él.
En realidad, somos demasiado sugestionables a las imágenes que los medios nos presentan, quizá amparándose en su sempiterna e ineludible libertad de expresión: cuerpos andróginos, ojos de cualquier color que no sea pardo o negro, cabellos rubios, senos imposibles de conseguir sin cirugía, abdómenes planos sin más sacrificio que arriesgar la vida en un quirófano que con mala suerte puede funcionar incluso en el ex garaje de una casa... todo a costos que pueden tranquilamente hacer que alguien se endeude de por vida, y sea mucho más pobre que antes... ¡pero nunca fe@!
Ya, ya sé lo que me van a decir: yo me pinto el pelo, y quizá no tengo excusa, la única es que a mi edad (45) tengo una cantidad de canas muy superior a la que tenían mis dos abuelitas juntas el día de sus respectivos fallecimientos, pasados los sesenta y cinco años, entonces... Pero bueno, eso al lado de una lipoescultura, no es nada... y de verdad que la necesito.

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