viernes, 11 de noviembre de 2011

manuela


dónde se esconde eso que le dicen destino
la búsqueda de culpas
la muerte
aguardando a la vuelta de una esquina
tus grandes ojos de color de miel
oscuros
nobles
esa incondicionalidad de las mascotas
el cariño que no pide razones
que nunca hace preguntas
que da sin pretender exigir nada
manuela
te puedo ver aún
recogiendo los pasos de tu dueña
jugando a la pelota con mi hija
hermosa
como todo animal
con la serenidad de quien no quiere ser
nada más
que lo que siempre ha sido
enseñándonos
esas simples lecciones de la vida
que la universidad y las escuelas
se pasan por el forro
ya no te veré más
                         manuela
aguardando paciente
en el asiento posterior de un auto
no temeré el rumor de tus ladridos
tan solo
te evocaré corriendo en libertad
por ese paraíso de los perros
que sabemos que existe
-o mejor dicho -
que si la vida y la muerte son justas
tendría que existir
irremediablemente

2 comentarios:

Fabian Jarrin dijo...

Yo no te puedo ladrar ni te puedo ser así de fiel
No puedo hacer esa poesía que haces cuando me miras
con tu amante tristeza
No te puedo dar la palabra,
porque no conoces mentiras
ni la redención que regalas cuando me lames la cara con tu alegría
Perro hermano, amigo mío

Pero vos sabes que te amo

Gio Valdivieso Latorre dijo...

No podemos llegar a su nivel
de nobleza instintiva, animal,
vital.... Por eso la más pura.
Pero tenemos la suerte
de guardarlos en la memoria,
en el presente eterno de
sus miradas cómplices
benignas
De sentirlos parte de la
familia, cuando ellos nos
hacen su único universo
En silencio llegan y se
marchan... brujos
sabios del destino.

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