no podré ya dejar de amar esa sonrisa
y el tenue paso de su amistad callada
por las oscuras sendas de mi alma
no lo comprende
aunque piensa que sí
es demasiado silencio
y sin embargo
me devolvió a la vida sin saberlo
y cada vez que busco
la tibieza de su hombro para el llanto
sencillamente está
y también es
como en buen castellano
a veces
/solo a veces/
como una flor herida
saca una que otra espina para guardar las formas
y comprendo que así tiene que ser
otras veces
en cambio
llueve de harina y miel
bálsamo sanador que no promete nada
tan solo cura
y calma
la tormenta sin nombre de tantas soledades
que se vuelven secreto
y se esconden apenas ruborosas
detrás del manantial inmarcesible
de su sencilla ternura de amigo
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