miércoles, 28 de mayo de 2008

lo sagrado

Ahora último, con esta muy poco afortunada propuesta de cambiar los símbolos actuales de nuestro país, ando encontrando la palabra ‘sagrado/a’ tres o cuatro veces al día. ¿Cómo vamos a querer reemplazar los ‘sagrados’ símbolos de nuestro escudo? Vamos a escuchar las ‘sagradas’ notas del himno nacional. El ‘sagrado’ tricolor nacional debe seguir ondeando...
Consulto en el diccionario y encuentro las siguientes acepciones para la palabra ‘sagrado’: 1. Digno de veneración por su carácter divino o por estar relacionado con la divinidad. 2. Que es objeto de culto por su relación con fuerzas sobrenaturales de carácter apartado o desconocido. 3. Perteneciente o relativo al culto divino. 4. Digno de veneración y respeto. 5. Inmodificable. Sus costumbres son sagradas. 6. Entre los antiguos, sobrehumano. 7. Lugar que, por privilegio, podía servir de refugio a los perseguidos por la justicia.
Releo esas definiciones, y le pese a quien le pese noto que quizás la única que se podría quizá aplicar a los símbolos patrios es la número 4 y con mayor seguridad la número 5, de acuerdo con las protestas de toda la gente que lo ha hecho. Porque… ¿carácter divino? No sé. ¿Fuerzas sobrenaturales? Es cierto que los héroes tenían ciertas cualidades y dotes importantes, pero no creo que hayan llegado a tanto, y por lo mismo no veo a los símbolos patrios como algo sobrehumano. Y si acojo como válida la acepción número 7 supongo que me conduciría ipso facto al linchamiento.
Recuerdo, por otro lado, con enorme cariño y gratitud un mensaje de texto de mi buen amigo Pancho Prado cuando le dije que no faltara a la presentación de mi libro Bip-bip, y me contestó con un rotundo: “No. Eso es sagrado”.
Entonces me pregunto realmente qué es lo sagrado para mí. Quiero aclarar que no tengo nada contra los símbolos patrios, salvo que a veces les concedemos una importancia infinitamente superior sobre la que debería tener todo aquello que simbolizan. No creo que, en este momento, proceda cambiarlos. La gente a quien representan no lo quiere así, y se ha visto. Pero debo confesar con un poco de desenfado, que no los considero tan sagrados como, por ejemplo, esos actos de amistad que hablan de un cariño y de unos compromisos decretados desde los afectos sin convencionalismos y la memoria que los sostiene.
Sagradas, la sonrisa y la vida de mis hijos. Sagrada, la amistad de quienes me han hecho el honor de compartirla conmigo desde la grandeza de su alma. Sagrado y concreto el amor que siento no por una Patria abstracta hecha de conceptos inamovibles, sino por un país de tierra y lluvia, con una gente de carne y hueso que se raja y lucha en el día a día por subsistir y salir adelante. Sagradas las manos de quienes se las llenan de callos trabajando con honestidad más allá de cualquier frustración o injusticia. Sagrados mis principios de respeto a la vida y a la diversidad. Sagrada mi vocación un poco loca quizá de trompearme día a día con las palabras y sus posibilidades.
Y si esas cosas tienen una bandera, un escudo o un himno que las represente, los reconoceré sin fanatismos en tanto en cuanto representan lo que amo y aquello en lo que creo.
Nada más.

No hay comentarios:

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

compartir