domingo, 20 de julio de 2008

ESE CONTRADICTORIO PRODUCTO LLAMADO CANCIÓN DE AUTOR

[reflexiones sobre la difícil poética de un género intrincado y variopinto]

Conocí la canción de autor a través de una tía fanática de la música folclórica argentina y las canciones de Joan Manuel Serrat. Mi tía era bien selectiva en cuanto a sus gustos musicales. Lo sigue siendo. Por ejemplo, de la música argentina le gustaban Los Fronterizos (para nada Los Chalchaleros)… y Serrat, bueno, poco a poco fue dejando de gustarle a medida que los resquebrajamientos e imperfecciones de su voz comenzaron a aumentar; es decir, el gusto fue decreciendo de manera inversamente proporcional al deterioro de la voz del cantautor.

De su mano, comenzaron a gustarme las mismas cosas y luego otras más a las que ya no quiso o no pudo acceder. Pero nos centraremos en la canción de autor, y en el título de esta intervención que no me atrevería a llamar ponencia. Porque la canción de autor es un producto contradictorio desde su nacimiento, y para eso observemos algunas creencias comunes en torno a este tipo de canción:

  • Se sitúa el origen y el apogeo de la canción de autor en las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado. Pero, ¿qué decir de don Atahualpa Yupanqui, cuyas creaciones eran ya famosas en la década del cuarenta?
  • La canción de autor podría ser un producto cultural considerado ‘latino’ (no necesariamente latinoamericano). ¿Pero dónde quedan entonces Pete Seeger, Bob Dylan, Paul Simon?
  • No es ‘comercial’. Pero gracias a ella han tenido grandes ganancias personajes como el mismo Serrat, por nombrar solo uno. Tanto así que alguna de sus últimas producciones ha estado de finalista para uno de los Grammy Latinos de los años más recientes. Aunque claro, entre Serrat y Bill Gates…
  • Se ha considerado una manifestación ‘comprometida’ con causas sociales y políticas, un producto más épico que lírico. Sin embargo, muchas de las más conocidas canciones de autor se relacionan con la esencia de la lírica: la manifestación de sentimientos íntimos y personales.
  • Quiere llegar a un público mayoritario, pero resulta que quienes han ‘consumido’ canción de autor casi por norma general son las clases medias de nuestros países, ciertas élites situadas muchas veces en guetos intelectuales, y aquella ‘izquierda divina’ de la que se habla irónicamente en algunas canciones de autor. Hay excepciones, claro, pero la canción de autor sigue perdiendo en ‘raiting’ ante la competencia de géneros como el rockolero u otros similares.
  • La canción de autor ‘protesta’: se va contra lo establecido, defiende una ética y unos valores de autenticidad y libertad ante todo. Critica y ataca la opresión, el sistema (sobre todo el sistema capitalista). Sin embargo, ¿es siempre así? ¿Se podría afirmar al ciento por ciento esto, por ejemplo, si nos referimos a movimientos como la Nueva Trova Cubana?

Para peor, ahora resulta que se apoderan del título de canción de autor o cantautor una serie de intérpretes y géneros que antes ni soñar: Ricardo Arjona figura como cantautor en la enciclopedia Wikipedia, en primer lugar de la lista por eso del orden alfabético. Y no sé si alguien aquí presente se ha topado en algún anuncio con el doble y más contradictorio que qué calificativo de ‘cantautor cristiano’, vayan a ver de qué va eso. Porque, supuestamente, se ciñen a la definición literal del término en donde ‘cantautor’ es el que canta las canciones que ha compuesto y escrito (no importa si bien o mal) y ya.

Más antigua de lo que siempre pareció, con hondas raíces en tradiciones musicales francesas y anglosajonas, comercial como todo en este mundo, lírica y personal, elitista e intelectualizada, en nuestros días ganada de mano en lo de la rebeldía por géneros como el punk y el Oi de izquierdas, a veces secuestrada por un poco de gente que no sabe muy bien de lo que se trata (¿de qué mismo se trata?), la canción de autor se me hace cada vez más difícil de definir y diferenciar de otros géneros, aunque nunca llegaré a confiar en lo que me cante un cantautor cristiano ni a afirmar muy suelta de huesos que Ricardo Arjona es un cantautor, o por lo menos un buen cantautor. Pienso, además, que no solamente a mí me ocurre esto. Suele suceder que pertenezco a un grupo de gente que puede reconocer una canción de autor cuando la escucha, y sin embargo, en el momento de dar definiciones, simplemente se queda sin palabras. Incluso desde mi posición de escritora de ficción y poesía, para nada experta en el tema de la canción de autor, se me hace difícil elaborar una definición suficientemente abarcativa del concepto.

De momento, entonces, marcaré algunos elementos que se hacen indispensables para una canción de autor. Y antes que nada tengo que aclarar que no son para nada elementos académicos ni fruto de un largo estudio. Sencillamente, algo que nace de mi observación y de mi experiencia, desde luego limitadas, así como de mi particular gusto por la canción de autor como género:

  1. Es una manifestación musical y poética, pero sobre todo poética. Tiene una voluntad de forma en la música y sobre todo en la poesía con que construye su letra, por otro lado, aquí me refiero también del concepto de función poética según Roman Jakobson, en donde lo importante es centrarse en la elaboración de un mensaje coherente con una cierta estética.
  2. Nace de muchas vertientes que se combinan en diversos tipos de ‘productos’. Y estos productos a veces pueden verse muy dispares entre sí. La canción de autor que manejamos en estas coordenadas proviene por igual de los spirituals negros norteamericanos, del folk de ese mismo país, de la chanson francesa de posguerra, del riquísimo folklore latinoamericano en todas sus formas, y no por eso deja de emparentarse con el rock, quizás con cierto tipo de pop y coquetea con formas y géneros tan tradicionales como el bolero, el pasillo o el tango, por poner solamente unos pocos ejemplos.
  3. Parte de cierto tipo de ‘ética’. Se le podría llamar ‘progresista’. La canción de autor quizá se enfoca con preferencia en un sistema de valores entre los cuales se cuentan aquellos supuestos de la Revolución Francesa (homenajes aparte): la libertad, la igualdad, la fraternidad. Se compromete con causas de defensa de la vida, la naturaleza, la solidaridad y la autenticidad, aunque no siempre lo manifieste explícitamente.
  4. Combina las intenciones épicas con las intenciones líricas. Puede abordar por igual temas de interés social, comunitario, político, así como las penas y alegrías del amor, la amistad, el doloroso desconcierto ante la muerte e incluso ciertos tipos de crisis existenciales.
  5. Aunque eventualmente ha llenado coliseos o incluso estadios y ha vendido millones de discos, la canción de autor quizá continúa siendo un producto consumido con frecuencia por ‘unos pocos’. Hay entrañables canciones de autor circulando por ahí, coreadas por multitudes conmovidas. Sin embargo, sus mismas características musicales y sonoras, y la textura poética de sus letras conspiran a veces (no siempre) contra las intenciones de popularizarla y masificarla.

Quizá si una canción cumple con por lo menos tres de las cinco condiciones señaladas más arriba se pueda considerar una canción de autor al 60%, pero también cabe que sea una de esas manifestaciones artísticas que no necesitan de una exacta definición académica para existir y tener su lugar en la sentimentalidad y el espectro musical de nuestro mundo.

La canción de autor, por otro lado, ya no es un producto juvenil (ni siquiera lo era en las décadas de los sesenta y setenta). Pinta bastantes canas, y sin embargo, sin necesidad de cirugías plásticas ni liposucciones, rejuvenece cada día. Mejor dicho, cada vez que algún autor enamorado de la vida, con sus dificultades y su belleza, toma una guitarra (o cualquier otro instrumento) y entreteje una letra y una música como si solamente se tratara de coser y de cantar.

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