no es
fácil aceptar
el
sendero distinto que la vida nos trazó
es
humano
mirar
siempre las flores en el jardín ajeno
el
tornasol de aquellos colibríes de cola larga
las
abejas
quizá
más laboriosas
y su
brillo de oro bajo el sol
que no
abriga lo nuestro
o eso
es lo que creemos
cuesta
volver los ojos
para
tentarse en ese espejo de agua
/léase
charco/
en el
que los gorriones vulgares y silvestres
toman
su baño diario
y ese
desorden de unas margaritas
que no
serán orquídeas
pero
algo hacen
faltan
cosas
y seres
que
otros jardines tienen
faltan
aves
e
insectos
que
adornan otras vidas
pero
mira
unas
flores silvestres que crecen sin abono
y esas
pequeñas gotas de rocío transparente
que
iluminan las hojas sin alcurnia
tal vez
no llegue nunca el jardinero
que ayudará
a podar estos yerbajos
pero
ahí está
la
bella mariposa de luz verde
que
dejamos volar
creyendo
que jamás regresaría
y
vuelve
tercamente
por una
y otra vez
a los
pequeños pétalos
que
alegran la mañana
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