domingo, 16 de diciembre de 2007

FENÓMENOS PARANORMALES

Navidad es tiempo de prodigios, no cabe la menor duda. Ya hablé de esto anteriormente; pero no puedo resistir la tentación de volver sobre el tema. Y me voy a explicar.
Hace algunos meses, por la zona de mi casa apareció un nuevo centro comercial. Nostálgica y tradicionalista en mis apegos, como soy, sufrí en silencio (y a veces no tan en silencio) por el viejo centro comercial que visitaba antes, al que le tenía especial cariño, pues en una época dolorosa y depresiva de mi vida solía ir a consolarme viendo los escaparates y gastando el dinero que todavía no tenía en chucherías que creo que hasta ahora no he terminado de pagar, tal cual hacemos todos en esta época del año.
Bueno, como les contaba, estaba pensando en que de repente este viejo centro comercial, entrañable para mí, se vería seriamente afectado por la aparición del nuevo, más cerca de una vasta zona de la ciudad a la que el otro también atendía. Sin embargo, en estos días navideños, advierto con más estupor que satisfacción que no es así. La pregunta clave es ¿de dónde sale tanta gente?
Porque se supone que si, por ejemplo había diez mil personas en la zona atendida por el viejo centro comercial, ahora que ha aparecido uno nuevo, cada centro comercial podría contar con cinco mil clientes; pero esta tarde, cuando pretendí ir a pagar alguna de las deudas en un almacén de ropa, advertí que no es que la población del primer centro comercial se había dividido en dos con el segundo. No. Todo lo contrario, creo que ahora, en ambos centros comerciales, por decir algo, no solo había cinco mil personas sino, me atrevería a afirmar... creo que en cada uno había más de diez mil: congestiones de tránsito inmanejables en un kilómetro a la redonda de cada uno de ellos; estacionamientos llenos, incluso en aquellos sitios que habitualmente están desocupados porque allí es prohibido dejar un auto particular; almacenes por los que resultaba una proeza humana circular sin ser aplastado o sentir una inminente falta de oxígeno.
Claro, mientras una no piensa, aparentemente las cosas van bien; sin embargo, si se piensa dos segundos, en seguida nos asalta la pregunta: ¿de dónde sale tanta gente? ¿por qué, con la aparición del segundo centro comercial el primero no se descongestionó? Y peor si tomamos en cuenta que nadie nace adulto, las preguntas se vuelven más inquietantes: ¿habrá habido una oleada de bilocaciones y desdoblamientos mientras otros incautos dormíamos plácidamente? ¿nos invaden los marcianos? ¿qué es realmente lo que está pasando?
Es un misterio, y más que obra de la navidad, parece obra de magia... por no decir del diablo.

1 comentario:

A. dijo...

Tienes razón!! Yo me he hecho la misma pregunta cuando he ido a Quito en Navidad: de dónde sale tanta gente, y de dónde sacan dinero para comprar tantas cosas tan caras???

Es un misterio sin resolver...

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