domingo, 1 de abril de 2007

ÉL

Me lo imagino moreno, de ojos grandes y profundos, negros o cuando mucho verdes, no sé si alegres o tristes porque todo depende de.
Me lo imagino recorriendo los polvorientos senderos de Palestina seguido de un poco de hombres mal instruidos, mal vestidos y malhablados, digan lo que digan los que pretenden que Jesús andaba acompañado de algo similar a un cuerpo diplomático que no usaban esmoquin solo porque en ese tiempo estaba de moda la túnica.
Me lo imagino serio, muy serio, porque cuando se camina por el mundo con los ojos bien abiertos no hay mayor motivo de risa. Me lo imagino diciendo siempre lo que pensaba y viviendo siempre de acuerdo a sus palabras y a sus pensamientos, cosa que pocos han hecho a lo largo de la historia de la humanidad.
Me lo imagino más allá de la prudencia, del savoir-faire, y de la conveniente ponderación. Boquisuelto, despeinado bajo el manto, recibiendo el sol en la cara sin bloqueador que valga, oloroso a sudor, gritando contra la hipocresía de los dueños de Dios, recordando las palabras de la escritura que hablan de la misericordia, de la equidad, del infinito amor de su Dios que siempre era igual para todos antes de que los que mandaban se apoderaran de él y lo convirtieran ve tú a saber en qué mismo.
Me lo imagino dándose manotazos y haciendo bromas picantes con sus amigos, comiendo con las manos, limpiándose la boca con el revés de las ídem, riéndose a carcajadas cuando la ocasión lo permitiera, poniendo una mano afectuosa sobre la frente de la suegra de un amigo, instando a la multitud a que compartiera su comida y así todos hicieran el colectivo milagro de la multiplicación de los panes.
Me lo imagino inventándose historias junto al fuego, relatándolas con voz profunda en un idioma que no era el latín. Me lo imagino sin transar nunca con nadie, metiéndose en cuanto problema le saliera al paso, hablando de lo que los poderosos no querían oír, denunciando, insultando, sacando a correazo limpio, sin negociación posible, a los que convirtieron la casa de su Padre en una cueva de ladrones.
Me lo imagino siempre mucho más humano que divino, enamorado quizá, acariciando con las yemas de los dedos la mejilla de una mujer. Me lo imagino llorando ante la tumba de su amigo y aullando de dolor sin traba alguna en el momento final de la tortura.
Me lo imagino ahora, caminando por la calle. Me lo imagino rechazado por la misma gente que lo seguía mientras fue conveniente. Me imagino los comentarios: "él se lo buscó", "no fue prudente", "estuvo mal asesorado", "se precipitó en eso de los cambios".
Me imagino su cara en donde esté, desolado, espeluznado, destrozado al ver lo que se ha hecho con su palabra, rabioso por haberse convertido en el icono de la pacatería, la doblez y la represión, angustiado por no poder resucitar de verdad para venir a decirnos realmente de qué iba y en qué consistía su verdadero y único mensaje.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y por qué no publican la cara de un Narco Terrorista de las Farc-ep o de un Sucesor de Ben Laden acá, para que queden más seguros de lo que para ustedes u otros en este blog, era ó es la fisonomia de Jesús de Nazareth? Para ustedes es así, como el de un malandrin y, para nosotros, no lo es y ni sera jamás. Pues él fue el Hombre-Dios. Un saludo para la administradora de este portal y para sus visitantes ocasionales.

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