domingo, 8 de abril de 2007

POR QUÉ ME GUSTAN...

LOS CANTAUTORES
Paco Jarrín, Pancho Prado, Fabián Jarrín (detrás) y Alejandro Filio (foto robada sin ninguna clase de permiso del blog de Locomotrova)
Tengo un amigo -no voy a decir su nombre - al que no le gustan los cantautores. Ni los blogs (por suerte). Tiene sus motivos, y los respeto porque su amistad en sí misma vale oro, como toda amistad sincera y respetuosa de las diversidades. Pero la verdad es que no entiendo mucho esa falta de gusto.
Bueno, no es el único. Él y otros dicen que en la canción de autor la música es un pretexto para la letra, y creo que ese es el argumento más contundente que exhiben. Generalmente, quienes hacen esta crítica son melómanos consumados, aficionados a cierto tipo de música académica, que consideran la música un absoluto o una especie de objeto sagrado imposible de profanar con una letra, como si la letra profanara algo, podríamos decir.
Quisiera indicar que yo también considero a la música un absoluto, y si es de Bach, más absoluto aún. Improfanable. Pero no puedo desconcer que en un producto híbrido, como es la canción de autor, hay un trabajo de un enorme valor, y que no es tanto una "profanación", como una colaboración entre dos clases de manifestación artística perfectamente válidas.
¿Por qué me gustan los cantautores? Lo diría parafraseando las palabras de aquel gran escritor que fue Manuel Vázquez Montalban: porque logran decir en un espacio breve aquello que el común de los mortales sentimos y que no podemos expresarlo tan bien. Y lo hacen con música. Desde épocas tan remotas como la del ingenioso Odiseo, cuando un aedo (cantautor de aquellos tiempos) hizo llorar al héroe contándole la historia de sus propias desgracias y peripecias en su viaje de regreso a Itaca, hasta estos albores del siglo XXI, en esta pequeña ciudad casi desconocida para el mundo, cuando se escuchan frases y palabras poéticas como "tu amor tu soledad a dúo, fruta agridulce, miel y sal..." [Fabián Jarrín] o tan contundentes e interpelantes como "quién eres tú que renuncias a sufrir" [Pancho Prado] los cantautores toman el barro cotidiano, hecho con frecuencia de menos tierra y más lágrimas, y lo modelan sin ceder a la tentación de elevarse a la sublimidad de lo inalcanzable. Cantan con voces casi siempre imperfectas, sin escuela ni academia, y de ese modo se aproximan también a nuestras voces rotas por las decepciones, la rabia o también -¿por qué no? - las súbitas alegrías inesperadas que suelen atacar a veces con tanta artería como el dolor o la ira.
Ahora, claro, de todo hay en la viña del Señor. La diferenciación no siempre es fácil, pero de seguro cualquiera, o la mayoría, podría darse cuenta de que Ricardo Arjona, por ejemplo, no se encuentra en el mismo cajón que Fernando Delgadillo, o de que Delfín Quishpe, con todo y el acartonado patetismo de sus Torres Gemelas, no tiene nada qué ver con un solo verso de Washo Flores. ¡Y ni se diga de la improbabilísima relación que por suerte no tienen ni tuvieron Julio Iglesias con Joan Manuel Serrat!
Como el término en sí es atractivo, oímos por ahí expresiones un poco incoherentes como "cantautor cristiano", y de seguro es alguien que se sube a un escenario para apoyar ciento por ciento los dogmas de cualquiera de los mal llamados cristianismos que pululan por ahí.
Un cantautor, más allá de una preocupación más estética que comercial, aún en el campo de lo popular, también mantiene ciertas posturas éticas de defensa de la vida y de una posición crítica ante la organización social al uso. No quiero con esto decir que un cantautor deba caer en el panfleto para serlo. Pero si se dice cantautor, y se da la mano con lo establecido, sobre todo si lo establecido va de inmoral para abajo, me caen ciertas dudas por ahí...
Por todo esto, da tristeza ver tan poca gente en algunas citas a las que los cantautores ecuatorianos convocan, y da más tristeza encender una radio y escuchar de todo, entre lo feo y lo horrible, menos las voces de quienes en nuestro medio se "sacan el aire", muchas veces sin paga ni más recompensa que la que trae en sí mismo el hecho creador. Lamentablemente vivimos en un ámbito mediático en el que es el raiting [¿estará bien escrito? ¿cuál será la palabra en español?] quien tiene la sartén por el mango para decidir qué se difunde y qué no. Y es más triste aún que todavía los mismos cantautores no hayan descubierto unas estrategias que los permitan hacerse más visibles en un ámbito y una sociedad que mucho los necesitan, como Odiseo al aedo, para aprender a llorar más proactiva y estéticamente sus propios dolores y como una voz de la conciencia que marque algunas pautas por el camino.
Generalmente, la excusa de todos los implicados es que la mayor parte de la gente común no sabe apreciar el valor de estas manifestaciones; pero no olvidemos esos sabios versos que acuñó un fabulista español del siglo XVIII (o sea, alrededor de trescientos años atrás), en los que dijo que:
Sepa, quien para el público trabaja,
que tal vez a la plebe culpa en vano;
pues si en dándole paja, come paja,
siempre que le dan grano, come grano.
[Tomás Luis de Iriarte]

1 comentario:

Lucre dijo...

DE JOAN BAEZA:

A mi tambien me gustan los cantautores...


En la Edad Media los trovadores cantaban en las plazas de los pueblos historias de reyes o de truhanes.
Sus letras irónicas y audaces transmitían a las gentes lo que acontecía. Gracias a ellos el pueblo sabia que no todo lo que se dictaba en los bandos oficiales era lo que sucedía en realidad.

En los periodos mas difíciles para los pueblos siempre hubo un cantor que fue la voz de los sin voz.
Asi fue en la noche larga del fascismo en España y en la de todos los pueblos latinoamericanos que sufrieron la misma falta de libertad y la ausencia de los derechos humanos mas elementales.

Lamentablemente los trovadores de hoy, los cantautores, molestan mas que otra cosa por que a las discográficas les dan mas beneficios los cantantes prediseñados en los laboratorios de marketing musical.

A los políticos que ejercen hoy el poder democrático, en parte gracias a los cantautores que crearon conciencia social, aquello de la cultura autóctona y libre no les seduce demasiado, están por otras labores.

Si para la música hoy corren malos tiempos para los cantautores aun son peores. A pesar de eso batallan y resisten en lo que son sus tiempos mas difíciles como tambien lo son para la creatividad artística y la libertad de expresión. Hoy no hay censura previa, pero es mucho mas fácil, simplemente no te dan oportunidades o te cierran puertas si no eres grato.

Yo que soy un seguidor de toda la vida de los cantautores "clásicos", los que para mi corresponden al "Renacimiento" mas puro de la canción de autor que creció y se desarrollo en los 70 veo con tristeza que aunque hoy hay muy buenos nuevos valores estos lo tienen muy difícil en nuestros días.

En todos los conciertos a los que asisto periódicamente ya sea de noveles e incluso de algunos consagrados veo pocos espectadores sobre todo por que prácticamente la promoción se la tienen que hacer ellos mismos.

No se por donde hay que romper este circulo vicioso; la gente no los conoce... la gente no va a verlos.

Yo les pediría a los consagrados que se reconocieran a ellos mismos en estos jóvenes que empiezan hoy y que resucitaran la vieja costumbre de los artistas "teloneros". Me consta que Serrat, Aute y Llach producen y ayudan a nuevos valores, incluso que graban con ellos, pero no es suficiente.

Quizás tambien el propio gremio tenga que hacer autocrítica y plantearse que a nuevos tiempos hay que responder con nuevos retos.

Internet y el "top manta" hacen daño a los consagrados (léase SGAE) pero abre puertas a los que se quieren dar a conocer por que son medios asequibles para los jóvenes y además son los medios en los que se desenvuelven.

Por otro lado los verdaderos artistas nunca se han formado en laboratorios sino en los escenarios, frente al publico, día a día, éxito a éxito pero tambien después de los fracasos. Por eso les animo a seguir con la misma voluntad con la que lo hacen a pesar de las dificultades.

Nunca ha sido fácil la vida de quien decide dedicarse al arte o a la música y muy pocos tienen el privilegio de vivir de lo que les gusta. Pero igual que en la Edad Media y en los tiempos de dictadura en tiempos de calentamiento global, guerras sin sentido, manipulaciones mediáticas y mercantiles tambien necesitamos a los trovadores, a los cantautores.

Me gustan los cantautores por que son la voz de la conciencia, la voz de los sin voz, y el grito de alarma de nuestra sociedad.
Con sus canciones nos recuerdan que somos humanos y que sin amor y utopía estamos muertos en vida.

Por eso tambien me gustan los cantautores, por eso les pido que sigan cantando dondequiera que haya gente que quiera escuchar, por eso les pido que sigan creando canciones... por que si se calla el cantor calla la vida.

Joan

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