domingo, 8 de abril de 2007

RESUCITAR



Más allá de que sea o no verdad. Más allá de la manipulación que de estas ideas pueden hacer los poderes establecidos. Más allá de que el concepto de vida eterna tenga algo de angustioso y terrorífico, parecería que la resurrección no es tan imposible, al menos desde el punto de vista arquetípico y simbólico.
Pienso, por ejemplo, en la figura del mismo Jesús, que ya en su tiempo fue altamente desagradable a las estructuras establecidas precisamente porque denunciaba sus crímenes y engaños. Se creyó que matándolo se lo haría callar (rara ingenuidad del poder, que además le tiene una enorme fe a este tipo de actitudes represivas), y luego se creyó que secuestrando su figura, revistiéndolo de divinidad, alejándolo del mundo real, llenándolo de leyes, reglamentos, dogmas y de tales se conseguiría que ya no siga gritando su verdad ni si doctrina. Pero nunca faltan dos o tres obnubilados ilusos que continúan abogando por la autenticidad del amor al prójimo, por la sencillez y la sinceridad, por la solidaridad y la integridad que emanan sus preceptos, y por más que los Papas utilicen métodos que conocen bien desde su juventud para controlar aquello, Jesús seguirá resucitando más allá de cualquier condena al silencio que se imponga desde una cúpula que lo único que pretende es no dejar nunca el poder temporal.
Pero más allá del hecho de levantarse de la tumba para no morir nunca, la vida cotidiana de la gente bondadosa y sencilla está hecha de pequeñas resurrecciones imperceptibles: ¿no resucita, de alguna manera, el niño que se cae y luego con los besos y mimos de su madre encuentra fuerzas y ganas para seguir correteando? ¿no resucitan el hombre o la mujer que consiguen liberarse de alguna adicción o trauma? ¿no resucita quien, tras llorar durante meses a un ser querido, por fin un día se da cuenta de que ya no le cuestan las sonrisas que le arrancan los recuerdos? ¿no resucita la mujer que decide seguir empujando a solas el carro de su vida a pesar de la certeza de que la existencia es injusta y el sentimiento de que las cosas jamás se pondrán en su verdadero lugar?
Lo triste es que hay muchas otras cosas que parecen ir irremisiblemente hacia el camino de la muerte definitiva y total: el planeta entero, por ejemplo, porque en casi nadie resucita la conciencia de cuán importante es tomar medidas urgentes para cuidarlo y salvarlo, a ver si en unos cien o doscientos años puede también él resucitar. No resucita aún la conciencia colectiva de que solamente en nuestras manos está mejorar las cosas, luchar contra las fuerzas de la muerte y la inmoralidad que mantienen al mundo y a sus ocupantes en vilo, que pretenden apoderarse de todo para que unos cuantos puedan vivir a sus anchas mientras a otros no les queda más remedio que perecer en la más absurda y espantosa miseria.
Como en tiempos de Jesús, o antes, los actuales tiempos también son épocas de una lucha sin cuartel entre las fuerzas del egoísmo y las fuerzas de la solidaridad. Y mucho depende de dónde se ubiquen y qué haga cada uno y cada una de las personas que tienen una recta conciencia y una visión más clara e íntegra para que, como están las cosas, no vaya todo a terminar en una muerte total ya sin ninguna resurrección posible.
Piénsalo tú también...

1 comentario:

ximenanoboa dijo...

Hblando de resurrección, renacimiento, visión clara e íntegra ... te hago llegar este sutra que el Buda entregó a sus discípulos:
He aquí cómo debe obrar aquel que es saabio, busca el bien y ha alcanzado la paz:
Que sea aplicado, recto perfectamente resto, dócil, afable, humilde; que esté alegre y fácilmente satisfecho; que no se deje sumergir por los asuntos del mundo, ni se cargue con el fardo de las riquezas; que domine sus sentidos; que sea justo, mas no altivo y no se apegue con codicia a las familias.
Que no haga nada mezquino y que los sabios puedan censurar.
Que todos los seres sean felices.
Qué todos los seres estén dichosos y libres de todo daño.
Que toda cosa viviente: débil o fuerte, larga, grande o mediana, corta o pequeña, visible i invisible, cercana o lejana nacida o por nacer, que todos esos seres sean felices.
Que nadie decepcione a otro, ni desprecie a quien fuere en lo más mínimo; que nadie, ya sea por cólera o por odio, desee el mal al otro.
Así como una madre protege y vigila hasta con su vida a su único hijo, así con un pensamiento ilimitado hay que amar a todos los seres vivientes, amar al mundo en su totalidad, arriba, abajo y en torno de él, sin limitación alguna, con bondad benevolente e infinita,
Ya sea estando de pie o caminando, sentado o acostado, mientras uno esté despierto, debe cultivar dicho pensamiento. Esto es denominado la suprema manera de vivir. Habiendo abandonado las opiniones erróneas, estando dotado de la visión profunda, virtuoso y libre de los apetitos de los sentidos, aquel que se ha perfeccionado no conocerá más el renacimiento.
Estas palabras y otras más que dijo el Buda, me hicieron reflexionar. No he logrado mejorar mucho, pero por lo menos no como a los animalitos. No sé cuándo dejaré de morirme de las iras por lo que hacen los seres humanos en este planeta.

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