sábado, 7 de julio de 2007

NO VAYAN A ESE PSIQUIATRA

La vida y sus vericuetos me han llevado a conocer a algunos buenos profesionales de la psicología. Aunque a veces los he encontrado en los medios, ha sido para hablar sobre temas más bien generales, y a ninguno de ellos lo he escuchado jamás diagnosticando a distancia sobre tal o cual personaje en una radio o en un canal de televisión, lo que da fe de que, a más de excelentes profesionales, son gente íntegra y de recta conciencia, con un alto sentido de la ética que su profesión exige.
Por eso sorprende que, en ciertos noticieros mañaneros y otros medios, algunos “profesionales” del comportamiento humano, entre ellos un siquiatra de apellido Palacio (coincidencias de la vida) haga una “evaluación” o diagnóstico del perfil del presidente Correa y saque algunas conclusiones más bien peregrinas:
  • Correa es misógino. ¿Saben por qué? Porque, con falta de tino, es cierto, llamó “gordita horrorosa” a una señorita periodista. Ese, de acuerdo al connotado siquiatra, es un síntoma innegable de misoginia galopante. Correa odia a la mujer, así es. Y si de adjetivar se trata, entonces la misoginia cunde entre nosotros.
  • Correa tiene una velada tendencia a la homosexualidad. Este hombre tan sabio, Palacio, ignora por completo que de acuerdo a la OMS la homosexualidad hace rato que ya no se considera una patología, ni siquiera un comportamiento pernicioso o conducta fuera de lo normal. Pero lo que conoce bien, seguramente, o de lo que fue instruido antes de la entrevista, es la necesidad que el periodista que lo entrevistaba tenía de apoyarse en la proverbial homofobia y el machismo de algunos sectores de nuestro país para lanzar una especie de “acusación”, no demostrada además, basada en retrógrados criterios más moralistas que psicológicos.
  • Correa tiene severos “trastornos” de personalidad. De seguro Palacio se dio cuenta de esto último al tratar con el señor Ortiz, uno de los hombres más ecuánimes y equilibrados del Ecuador, que rebosa paz interior y armonía con el universo.
Lo mejor de todo es que el doctor Palacio, entre otros, ha elaborado esta sesuda evaluación, tan llena de espíritu científico, después de haber hecho lo que todos nosotros sin ser siquiatras, psicólogos, ni siquiera recepcionistas de consultorio, es decir, observar las actuaciones de Correa en sus apariciones públicas. ¿Algún test? ¿Alguna consulta? ¿Alguna conversación de tres minutos? ¿Alguna “check list” aplicada al involuntario 'paciente'? No. Nada de eso. La pura observación en bruto, así nomás. Como el psicólogo transpersonal más famoso del Ecuador, y como el eterno fiscalizador Carlos González (cuya manía impugnadora y compulsión por fiscalizar también resultarían un fascinante material a los estudiosos de las obsesiones e ideas fijas), los tres en igualdad de condiciones, opinando a diestro y siniestro sobre la salud mental de Correa.
No apruebo ciertas actuaciones y sobre todo ciertos dichos del presidente Correa. Puedo comprenderlos, sin embargo, en su contexto, como una humana reacción eventual, debida al hostigamiento del que es objeto por parte de ciertos sectores de la prensa, que salvaguardan intereses bien conocidos por todos. Pero lo que sí resulta inadmisible es que algunos “profesionales” , olvidando un mínimo de la ética que su trabajo requiere, se presten para “diagnosticar” en los medios, insultando así las nobles finalidades de la psiquiatría y la psicología, profesiones que van mucho más allá del moralismo barato o la defensa de los intereses oligárquicos, y cuyas principales virtudes como estudio del comportamiento humano son la discreción y la ponderación en el momento de emitir opiniones y juicios de valor.

1 comentario:

Lucre dijo...

Reproduzco este comentario del doctor Fernando Cornejo León:

Concuerdo con el artículo.
Como médico, como profesional formándome en psiquiatría, rechazo el utilizar a la medicina y mi profesión con fines de desptrestigiar a una persona.

Sería de preguntarle a Palacio, que evaluación usó con el Presidente de la República, hizo una entrevista personal (como cualquier clínico con un poquito de ética haría?), reivsó la hisotira clínica (si es que existe) del paciente-presidente, realizó test psicodiagnósticos o alguna nueroimagen?... La respuesta es no...

Y quisiera profundizar el tema de manera más técnica:

1. El ser misógino: No está caracterizado como una patología psiquiátrica, hay la tendencia de mezclar los valores morales y éticos con la psicopatología. Si el presidente fuera misógino (no digo que lo sea), eso debería ser evaluado desde la más pura visión ética y cultural y no desde la psiquiatría, que nada tiene que ver con el tema.

2. Tendencia a la homosexualidad: Sin rechazar a la vieja escuela psicoanalítica, que consideraba a la homosexualidad como patología, inclusive los más pretenciosos freudianos de la actualidad, piensan dos veces al realizar esa propuesta teórica. Por otra parte que se pretende al decir que la persona-presidente tendría tal tendencia?
Para hablarle en sus mismo términos al psiquiatra Palacio, no estará haciendo una proyección.

3. Severos trastornos de personalidad: Cabe preguntarle de qué tipo? en que se basa? Scheider de la escuela clásica, diría que para ser estadista o político nada más se debe tener cierto tipo de trastorno de la personalidad. Siendo más actuales el DSM IVTR, la clasificación más usada en psiquiatría habla que un trastorno de personalidad de la siguiente manera:

Un patrón permanente de experiencia interna y de comportamiento que se aparta acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto. Este patrón se manifiesta en dos (o más) de las áreas siguientes:

1. cognición (p. ej., formas de percibir e interpretarse a uno mismo, a los demás y a los acontecimientos)
2. afectividad (p. ej., la gama, intensidad, labilidad y adecuación de la respuesta emocional)
3. actividad interpersonal
4. control de los impulsos

B. Este patrón persistente es inflexible y se extiende a una amplia gama de situaciones personales y sociales.

C. Este patrón persistente provoca malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.

D. El patrón es estable y de larga duración, y su inicio se remonta al menos a la adolescencia o al principio de la edad adulta.

E. El patrón persistente no es atribuible a una manifestación o a una consecuencia de otro trastorno mental.

F. El patrón persistente no es debido a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., una droga, un medicamento) ni a una enfermedad médica (p. ej., traumatismo craneal).

Como comprobó el psiquiatra Palacio que el presidente cumple estos puntos clínicos, se entrevistó alguna vez con él?, caso contrario, podría publicar el método para ser tan buen diagnosticador.
Durante mi formación en psiquiatría, he aprendido que para diagnosticar con certeza una patología, se debe tener al menos una entrevista a profundidad, para no ser antojadizo en los diagnósticos.

Por último, así cumpliese el presidente o cualquier persona uno o varios de los criterios pronunciados, por ética el profesional debería quedarse callado, pues hay algo que prima ante todo, el principio de no maleficencia de la bioética en donde el no hacer mal a la persona, está ante todo. Qué pretende un psiquiatra al andar divulgando posibles patologías (hablo del suuesto trastorno de personalidad)? eso es causar mal y por lo tanto es mal uso de los medios que posee.

Esto es lo que puedo decir con respecto al artículo planteado, solo una corrección al mismo, no existen los siquiatras existimos los psiquiatras.

Saludos cordiales

Dr. Fernando Cornejo León

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