sábado, 17 de febrero de 2007

¿QUIÉN LO HIZO Y POR QUÉ LO HIZO?



Imposible ignorarlo.
Imposible dejar de verlo.
Imposible no escribir sobre él.
Yo no soy socióloga, antropóloga, musicóloga ni ningún logo de estos que me podría ayudar a expresarme con conceptos técnicos acerca del fenómeno “Delfín Quishpe”, pero creo que puedo decir lo que siento al mirar su patético video “Torres gemelas”.
Y lo primero que siento es desconcierto. ¿Quién lo hizo (al video) y por qué lo hizo (ídem)?
A pesar de mi ignorancia en el tema musical, noto que la música en sí es bastante simple, pegajosa como para un baile de esos en los que los asistentes están tan borrachos que su danza se construye de movimientos reflejos ante en “bum bum” imperante. Supongo que esas son las especificidades de lo que el mismo Delfín (nombrado así por ser el último hijo) llama “Tecno folclor andino”. Y la voz… en fin, un tono plano, la voz de cualquier persona sin mayores dotes musicales, aunque pudiera ser algo entonada, que puede cantar bajo la ducha o silbar mientras barre la entrada de su casa.
Tampoco tengo conocimientos suficientes sobre imagen y técnica cinematográfica como para opinar sobre este clip; pero puedo describir lo que veo: un chico ególatra con sombrero de vaquero de western que lleva escrito en letras enormes su propio nombre en cada pernera del pantalón (¿material para Freud?); unos paisajes “típicos” de la sierra ecuatoriana; un montaje del cantante con el halo blanquecino que no veíamos desde la época de “El Chapulín Colorado” sobre las imágenes del atentado. Y de actuación… bueno, una total inexpresividad facial, gestual y fonética al “gritar” (si se le puede llamar así) “No pueedee seer… noooooooo”, igualito, sin signos de admiración.
Y bueno, sobre la letra tal vez podría hablar un poquito más… si hubiera algo qué decir. Quizá Delfín es un genio en el manejo del tono conversacional; pero esa hipótesis queda destruida nada más ver alguna de las entrevistas en donde se percibe claramente que este joven intérprete desconoce los más básicos fundamentos de cualquier sintaxis oral, incluso al responder preguntas muy elementales de ciertos periodistas, o cuando la letra misma de la canción reza: "Un mal recuerdo yo la viví / los terroristas lo exterminaron (a ella)". Una narración plana, en busca del efectismo de la tragedia de una ecuatoriana anónima, supuesta novia o esposa del narrador, que muere en el atentado del 11 de septiembre, repleta de lugares comunes tomados de la prensa nacional y latinoamericana que, por otro lado –no me van a dejar mentir – es pródiga en ellos (…no la salvó/ ni el dinero/ ni la religión); una total ausencia de búsqueda estética (aunque sea inconsciente) o de algún mínimo recurso literario o poético.
Debo también dejar en claro algunas cosas: no me molesta que Delfín Quishpe sea indígena. No me ofenden para nada su baja estatura, sus ojos rasgados, su piel cobriza, ni siquiera su vestido, aspectos que algunos comentaristas del Youtube destacan como algo denigrante. Eso es lo de menos, o no es motivo de nada. Supongo que estos comentaristas serán unos desabridos dandies rubios ojiazules de dos metros y medio y por eso opinan así. Tampoco me molesta su procedencia y la anécdota de que a los diez años dejó la escuela (lo cual se nota demasiado, es cierto). Ni siquiera me molesta que esta canción suene y sea muy popular en ciertos ámbitos en donde puede ser representativa del gusto y la sentimentalidad al uso.
¿Qué me molesta, entonces?
Es esa sensación vergonzante, igual a la que sentí cuando una desventurada mujer ecuatoriana, que renegaba de su origen afirmándose venezolana, pasó al escenario mundial al cercenar el pene de su marido y verdugo norteamericano, y de golpe todo el mundo supo que nuestro país existía, dónde quedaba, y aquí en el Ecuador hubo quien la declaró heroína y quiso aplicar sus métodos a cierto tipo de delitos; me explico: esa sensación de que, en el contexto internacional, al Ecuador no se le puede conocer más que por lo sórdido, lo kitch, lo elemental, lo mediocre. Esa honda y dolorosa vergüenza ajena de ver al mismo Delfín mientras dos locutores nacionales muy “prepis” se burlan de él ante las cámaras y, para mayor escarnio, él está feliz como un niño en una fiesta de cumpleaños en donde no le han avisado que él será el payaso.
No creo, por otro lado, que el Ecuador sea el único país en donde aparecen este tipo de “productos musicales”, por llamarlos de algún modo. Pero, ¿por qué no están en el Youtube (o por lo menos no se nota tanto su presencia) o en otros escenarios internacionales, comentados y criticados por todo el planeta, Carlos Michelena o Tercer Mundo? ¿Por qué no venden discos a montones, aunque sea en Colombia, intérpretes como Terry Pazmiño en lo clásico, y en lo popular grupos como Verde 70, La Grupa, o cantautores como Pancho Prado, Fabián Jarrín, Washo Flores, Jaime Guevara, Santiago Martínez o Fabián Meneses? ¿Por qué cuesta tanto llenar una sala minúscula como el teatro Prometeo para un recital de buena música urbana con buenos artistas ecuatorianos? ¿Por qué no se puede encontrar en los fondos de editoriales españolas o en librerías latinoamericanas y muchas veces ni siquiera ecuatorianas obras de Luis A. Martínez, Joaquín Gallegos Lara, Eliécer Cárdenas, Demetrio Aguilera Malta, Margarita Laso, María Fernanda Espinosa…?
Si Delfín Quishpe es el más fuerte, o por lo menos más popular referente de la cultura del Ecuador para el mundo, cabe preguntarse si tiene algún sentido la existencia de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. ¿O podrá hacer algo más al respecto el flamante Ministerio de Cultura?
¿De quién es la culpa? ¿Qué se puede hacer?
¿Quién lo hizo y por qué, Diosito lindo, por qué lo hizo?
Piénsalo tú también...

3 comentarios:

Lucre dijo...

Elena Rodríguez escribió:

Lukelita, cuando ví a Delfin y su video lloriqueante sobre las torres gemelas, no pensé en cosas tan inteligentes como tú lo has hecho, sin embargo , mi primera reflexión fue acerca de la democratización de la tecnologia y por ende de los mass media (como dirían mis colegas), entonces, pues bien, todo el mundo está en posibilidades, aunque sea de esta forma, de salir del anonimato. Siempre me ha molestado cuando eventualmente se tumba un presidente, varios entendidos en las lides políticas se lamentan por la imagen del Ecuador en el exterior, si alguien piensa sobre Delfin de esta manera en este caso ,me uno a la vergüenza nacional, realmente ha sido la primera vez que me he lamentado de la imagen que hoy por hoy pueda tener nuestro país con este aspirante a batracio, pues a parte de ser un pegajoso que tuvo su minuto de estrellato ,no es nada más.

En este punto no me queda más que seguir oyendo a Oquendo y su música total, pues de cuando en vez nos da oportunidad de escarbar con placer todo lo que ofrece el verdadero"talento nacional" (término que desapruebo) pero que en este caso es bastante oportuno.

Lucre dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Lucre dijo...

Sofía Argüello escribió:

lucre, cómo vas?
leí tu blog, me gustó mucho...lo de borges: lindo, pero más gocé con
juan ramón jiménez...
lo de "delfin"...qué te puedo decir: también me siento desconcertada
pero trato de relativizar más el fenómeno y trato de entenderlo en su
contexto glo-cal!!!
qué te puedo decir: es un problema sobre la estética y el gusto poco
explorado, estudiado e interpretado por los sociólogos, antropólogos....
recuerdo que un amigo mío, sociólogo, hizo su tesis de licenciatura
sobre el fenómeno de la tecnocumbia...trabajó en el municipio haciendo
una investigación sobre el mismo tema y una parte de la propuesta era
hacer un concierto con las "divas de la tecnocumbia" en el museo de la
ciudad....la propuesta fue un escándalo porque iba contra la estética
y el gusto "consumista" por ciertas elites culturales-económicas...en
definitiva, era de mal gusto, ¿pero para quiénes?
realmente "delfín quishpe" representa un icono digno de estudio....no
canta bien, la música es monótona, la vestimenta un fiasco folclórico,
el video un desastre técnico...pero gusta y disgusta que da
gusto....!!!!
recuerdo también que este amigo, realizó un análisis sobre los videos
de 10/10, la vestimenta y maquillaje de las tecnocumbieras, y la
recepción de los consumidores....
creo que es importante analizar, desde la cultura popular, como se
generan estos discursos "contrahegemónicos" que nos molestan, nos
incitan al morbo, nos dan vergüenza ajena...hay, efectivamente un
público que lo consume, un público que no se burla, sino que más bien,
lo consume con agrado, se apropia de ese gusto particular que para
nosotros es un "adefesio" (como diría mi abuelita)...
así como las predicciones del profesor richard (programa de brujos y
embrujos de algún canal local)que no tinen sentido, al menos no para
mí, pero son su modo de ganarse la vida y de hacer vivir en un mundo
simbólicamente distinto a unos cuantos y unas cuantas que creen que
están "brujeados"...
o así como nuestra charla de empoderamiento profesional...a mi me dio
pena, vergüenza ajena, me sentí insultada, burlada en mi poca
inteligencia...pero el tipo se cree el cuento y hace creer el cuanto a
muchos...a mí no me gustaron ni sus cuentos, ni sus performances, ni
sus dinámicas grupales, y mucho menos sus "teorías" improbables, pero
seguro que otras/as gozarán y se abanderarán de la historia de Lucas y
de vivir siempre con actitud positiva!
Delfín Quispe también seduce a masas así nunca haya puesto un pie en New York!

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