martes, 20 de febrero de 2007

POR QUÉ ME GUSTAN...

LOS POEMAS DE BORGES

Nací y me crié en una familia católica. Extremadamente católica. Con un catolicismo, me atrevería a decir, que lindaba en el fanatismo y a veces incluso en la aberración. Así fue. Me pasé los siete primeros años de mi vida con un terror al juicio final que se podría considerar patológico si hubiera durado solo un mes más. Creí, alguna vez, que si faltaba a misa un domingo mi destino inexorable sería el infierno en todas sus formas. Así fue.

Por eso, aunque luego la vida me trajo y me llevó por caminos que me ayudaron a entender al catolicismo como una más de las religiones que los hombres y las mujeres se inventan para darle algún tipo de sentido a una existencia cuyo único sentido no sería otro que existir sin hacerse más preguntas de las convenientes, me sorprendió encontrar en una Antología Poética de Jorge Luis Borges esta estrofa con la que inicia el soneto A mi padre:

Tú quisiste morir enteramente/la carne y la gran alma. Tú quisiste/entrar en la otra sombra sin la triste /plegaria del medroso y del doliente.
Mis tías estarían escandalizadas. Yo estoy encantada, pues la estrofa pone en su sitio la consecuencia, la fidelidad a lo que uno es y a lo que uno cree, o no cree, a pesar de cualquier miedo que alguna empresa controladora de conciencias quisiera imponer. Y además, auguran una maravillosa recompensa en los versos finales, al afirmar:
Nada esperabas ver del otro lado,
pero tu sombra acaso ha divisado
los arquetipos últimos que el griego
soñó y que me explicabas. Nadie sabe
de qué mañana el mármol es la llave.

Pero la poesía de Borges tiende, además, a poner en su sitio tantas percepciones sobre tantas cosas, que muchas veces, al leerla, siento como si alguna voz murmurara desde mi interior, compartido con el de muchas otras personas, ideas y percepciones que una limitada capacidad verbal no alcanzaría nunca a trazar con tanta maestría:

Solo una cosa no hay. Es el olvido.
Dios, que salva el metal, salva la escoria
y cifra en Su profética memoria
las lunas que serán y las que han sido.
[Everness]

Los misterios del destino, de la memoria y los miedos que anidan en lo más hondo de nuestras conciencias y que matizan todas nuestras percepciones, la fugacidad de los instantes, y la perennidad de ciertos dolores, todo ello matizado sobriamente en palabras escogidas desde una genialidad única, van construyendo versos, sonetos, poemas de estructura más libre, habilísimos cuartetos que son transitados por los ojos y la mente como quien navega por las aguas de un río tranquilo asombrándose ante la belleza de sus aguas y de los preciosos paisajes que las bordean, en donde quizá radica, sin hacerse sentir, esa verdad de la poesía que a veces puede superar incluso las búsquedas filosóficas o religiosas.

Es cierto que no se puede (o que yo no puedo) compartir ciertas ideas y sobre todo ciertas declaraciones de Jorge Luis Borges, quien quizá las hizo en un momento de arrogancia y de fatuidad en los que, por otro lado, todos hemos caído. Es verdad que sus posturas aristocratizantes, racistas a veces, despectivas con frecuencia, no pueden ser aprobadas. Pero esas actitudes y palabras pertenecen al hombre, que ya murió hace veintiún años y que tuvo su castigo quizá al serle negado uno de los más altos galardones mundiales. Sus palabras de escritor, sin embargo, permanecerán indelebles no solo en los libros impresos, sino sobre todo en la memoria y el corazón de quienes hemos tenido la fortuna de encontrar, justo cuando nos preguntamos si las palabras y sus jugueteos nos sirven de algo, con estrofas como estas:

Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo,

ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.
[Arte poética]

¿Hace falta, acaso, algo más?

2 comentarios:

Unknown dijo...

Por que Borges, ese ciego iluminado, supo que, de vez en cuando, uno pyede escurrir el drama de la vida, en dos líneas de poesía.

M dijo...

Me encantó El Inmortal de Borges. Por mucho tiempo intenté concebir la vida como un recuerdo, entiendo su motivación, pero prefiero lo contrario: Vivir es olvidar.

Un saludo.

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