lunes, 20 de agosto de 2007

VACACIONES (I)

Este año hicimos algo diferente. Bajamos hasta Loja por la Sierra, y en lugar de optar por la Ruta del Sol, optamos por la Ruta de la Incertidumbre, es decir, decidimos regresar por el Oriente.

Más allá del jolgorio familiar y las vicisitudes propias de todo paseo, es importante hablar de lo que vimos: una serranía cuyas carreteras asfaltadas y en buen estado se terminan a la altura de Riobamba, por ejemplo. Luego, hacia Cuenca, extensiones de camino llenas de Baches y con el asfalto deteriorado y roto por todas partes. Así se llega hasta Loja, con dolor de espalda y bastante maltrechos. Y es una lástima, porque se llega a una cuidad hermosa, organizada, que en medio del abandono ha pretendido crear sus propias normas y establecer sus propios límites. Una ciudad con historia, con sitios agradables, con interesantes museos, pero lastimosamente un poco aislada por el mal estado de las vías de acceso a ella.

Un punto interesante: la entrada al parque nacional Podocarpus. Un lugar realmente precioso, pero igual: aunque existen senderos "autoguiados" con buena señalización, sería bueno que en el parque estuviera alguien con quien se pudiera hacer recorridos con más información, aparte de los letreros y carteles que se encuentran por el camino. Aunque disfrutamos enormemente de este paseo por el parque, íbamos tres mujeres adultas, un adolescente y otros tres niños, de los cuales dos eran menores de diez años. En estas circunstancias, siempre cabe la posiblidad de una caída, un accidente, y fue evidente que, al ser un día de semana, estábamos absolutamente solos en el parque, a veinte minutos en auto de la garita de la entrada y sin comunicación posible por teléfono celular o cosa parecida. Son cosas que podrían parecer insignificantes, pero que en un momento crucial pueden marcar la diferencia entre la diversión y la tragedia.

El regreso fue un paseo de aventura del tipo rally París-Dakar. Recorrimos el Oriente desde Zamora hasta el Puyo en una maratónica jornada dominical en la que el auto quedó convertido en un lodazal ambulante. Sin embargo, respecto de las carreteras y caminos en el Oriente mismo, me late una duda: ¿hasta qué punto es bueno que se abran carreteras que -quién sabe - no tardarían en convertirse en vías de invasión y extracción de recursos?

Bueno, es mucho más lo que hay para contar de estas vacaciones; pero por el momento, dejémosolo ahí.

Y piénsenlo...

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