sábado, 29 de septiembre de 2007

TERMINATOR


Bien machitos somos, para qué es también. Por eso hacemos el Curso de Comandos, que no es para cualquiera. No. Es para los bien machos. Para los que pueden pasarse días enteros sin comer ni tomar agua. Y no es que nos traten mal, no. Es una cuestión de honor. El que toma agua, aunque sea un par de sorbos, se va, no sirve para esto. Claro que se trae agua, comida, todo hay, pero es solo para los que no aguantan, para los que ya no pueden más, para los maricones, en otras palabras. Para los que no son tan hombres como los que podemos superar las demandas de nuestro cuerpo que tiene que fortalecerse, como nuestro espíritu, en esto. Y si alguien se murió fue porque tenía una úlcera sangrante y no avisó. Pero eso está bien, es heroísmo. Si avisaba habrían pensado que estaba haciéndose. Quejándose con el pretexto dizque de salud para no hacer lo que hacen los hombres. Porque esto no es para mujercitas. El que se queja demuestra que no es lo suficientemente hombre como para aguantar el rigor de las prácticas. Así se van eliminando los cobardes, las nenas, los que no pueden nada. Alguien podría preguntar que para qué, para qué tanta cosa, si por aquí hace un rato largo que ya no hay guerras y ya hasta firmamos la paz con el Perú; pero nunca se sabe. La guerra es una cosa que siempre está ahí, ¿no? Un tiempo fue contra los peruanos, ahora quizá sea otra guerra, de más adentro, la guerra contra los que atentan contra la moral este país: esos que dizque venden droga, esos que no se cortan el pelo como bien hombrecitos, esos que se visten de negro porque dizque adoran al diablo, esos que dizque no saben bien qué mismo son y se andan enamorando de gente de su mismo sexo, todos esos, y los que los defienden, además, que son tan maricones y diabólicos y drogadictos como ellos. Podría ser, nadie ha dicho que no. Lo que importa es que hay que prepararse, estar preparados. Si ya no en el Cenepa, en donde nuestros héroes sobrevivieron así, sin agua ni comida, con el clima inclemente, puede ser en otros frentes, en otros campos de batalla. Y de todas formas lo importante es la lucha del espíritu, fortalecerse, hacerse bien hombres, bien machos, aunque ahora esa palabra esté desprestigiada. Por eso es terrible que algunos se hayan tenido que ir al hospital. De seguro no están hechos del mismo material que el resto, que los que aguantamos hasta el último, sin agua, sin comida, sin nada, valientes, fuertes, bien hombres hasta el fin. De seguro que en la vida la misma naturaleza se habría encargado de ellos. Y si no se encarga, para eso están los cursos de comandos, en donde los hombres de verdad traspasamos los límites de lo racional, superamos las limitaciones de nuestro propio cuerpo, aguantamos como machos que mismo somos el hambre, la sed, el agotamiento, el sol asesino sobre nuestras cabezas rapadas (coincidencias de la vida, ¿no?), el dolor de la úlcera sangrante en el centro de nuestro abdomen. Y morimos. Algunos mueren de verdad, de cuerpo y alma. Pero todos morimos. Morimos los que fuimos alguna vez, los hombres más allá del macho, con sudor, con hambre, con sed, con fragilidad, miedo y enfermedades, con glándulas lacrimales y deseos de ponerlas a trabajar. Morimos por adentro en nuestra más auténtica esencia de seres humanos frágiles y mortales para poder aprender a matar sin miedo ni remordimiento, para que desaparezca el hombre de carne y hueso y poco a poco aparezca, debajo de la piel y de los huesos que han resistido la tortura, el exterminador de metal deshumanizado y cruel.

No hay comentarios:

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

compartir