desnudez de alabastro
y ébano
bajo las sábanas
piernas entrelazadas
las manos de ella
oscuras
acarician el pecho varonil
aún en sueños
y las de él
apenas se vislumbran en sus hombros
para aferrar las sombras del amor
que ya se quieren ir
niñas aún
una quizá más alta
y ademán protector
bajo la catarata de oro de su pelo
otra
la cabeza en el pecho
/cabello corto
oscuro
pequeñas orejas
circundadas de aritos/
en actitud de entrega y abandono
uno y otro
ocupando su sitio de hace tiempo
de vez en cuando
un recuerdo
un suspiro
una imagen de sueño
una mano que busca en otra piel
una piel que se enreda en otra mano
inocentes
y justos
ignorantes de todas las desgracias
los amantes
se pierden
en la noche feliz de sus ensueños
1 comentario:
Lucre, ese poema dice todo.
María Clara
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